El progreso, la necesidad de expandir la industria de las energías consideradas “limpias”, el desarrollo regional, la oportunidad de lograr inversiones extranjeras… Son muchas las razones que se presentan a la hora de instalar actividades extractivistas de uranio, litio o caliza en zonas en las que las empresas no cuentan con una verdadera licencia social y en donde las principales damnificadas son las comunidades originarias, que tampoco disfrutan de los beneficios económicos alcanzados porque tienen que emigrar.
En el Día de la Pachamama, NOTICIAS POSITIVAS propone un tema para el debate (ver nota Día de la Pachamama: la celebración renueva la fe de los pueblos andinos en sus tradiciones): “Desde hace 10.000 años, hay presencia humana en la Puna y en la Quebrada de Humahuaca. Me remito a la arqueología y a la historia de la zona. Hubo sistemas económicos que aseguraron la permanencia del ser humano durante 10.000 años. En cambio, ahora, hay habitantes que están siendo expulsados de sus territorios en nombre de las energías renovables, que lo serán solo para quienes las puedan disfrutar. Donde hay kilómetros y kilómetros de paneles solares o de piletones de litio, los habitantes se tuvieron que ir, por las buenas o por las malas. Hay causas judiciales en marcha”, revela María Victoria Veracierto, referente de la Asociación Vecinal Pueblos por el Agua, en Tilcara, Jujuy, organización autoconvocada que reúne a miembros de diferentes poblaciones de la provincia norteña.
Veracierto es antropóloga y, pese a ser porteña, vive hace años en la Quebrada de Humahuaca, en donde cuida de su colmenar y su huerta orgánica. Si bien este movimiento local se ocupa especialmente de controlar el avance de las exploraciones de uranio en la zona, sus miembros eligieron a Veracierto para establecer contacto con otras organizaciones ambientalistas afines de todo el país.
Los habitantes de la Puna y la Quebrada de Humahuaca ven el avance de emprendimientos extractivistas que están modificando de manera irreversible la Naturaleza, los territorios y la forma de vida local, mientras agotan el agua sin la cual es imposible la vida. Pero no permanecen inmóviles.
“Se consiguió el estudio de impacto ambiental sobre la extracción de uranio a pedido de una de las comunidades originarias afectadas. Hablamos de territorios que, según la Constitución Nacional, pertenecen a comunidades indígenas, pero que solo tienen la soberanía. La gran mayoría no tienen títulos de propiedad ni comunitaria ni de ningún tipo.
«Sin embargo, en algunos lugares como Susques, las comunidades han aceptado la extracción de litio por el artículo 169 del Convenio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y hoy esta región está en situación de emergencia hídrica. Los habitantes que nunca lo aceptaron nos han pedido ayuda, porque advierten que se están llevando a cabo obras para robarle el agua a los pueblos vecinos”, dice la antropóloga. (N. de R.: el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, también conocido como Convención 169 de la OIT o Convenio 169 de la OIT, es una convención adoptada por la OIT en 1989. Es el principal instrumento internacional sobre derechos de los pueblos indígenas; a 2016, ha sido ratificado por 22 Estados).
“La declaración de la UNESCO de territorio protegido como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad no ha no ha servido de mucho», asegura Veracierto.
Las comunidades originarias y el litio
El documental En nombre del litio, dirigido por Tian Cartier y Martín Longo, exhibe la resistencia de las comunidades originarias al avance extractivista sobre las Salinas Grandes, Jujuy. Podrá verse de manera virtual y gratuita desde este domingo hasta el 9 de agosto.
La película fue estrenada en 2019 en el marco del Green Film Festival, exhibición a la que asistió NOTICIAS POISITIVAS. «Ahora decidimos liberar la película debido a la necesidad de instalar el debate en la agenda política y ambiental, y también en los espectadores. Creemos que puede ser una herramienta útil para enriquecer el debate y encontrar soluciones más amigables con el medio ambiente y con la inclusión de las comunidades en la toma de decisiones«, declararon sus directores.
«Nuestros pueblos no necesitaron ni necesitan de la minería para asegurar nuestra permanencia sobre estas tierras, solo agua»
Manifiesto de Pueblos por el Agua
La Quebrada y Puna Jujeña poseen una tradición de más de 10.000 años, basada en la agricultura, el pastoreo y el comercio, actividades económicas y culturales que aseguraron un gran desarrollo histórico y la presencia humana desde entonces hasta la fecha. “Nuestros pueblos no necesitaron ni necesitan de la minería para asegurar nuestra permanencia sobre estas tierras, solo agua”, declara el manifiesto de Pueblos por el Agua.
+ INFO: www.enelnombredellitio.org.ar/ Facebook: Pueblos por el agua, Quebrada y Puna / Instagram: @pueblosporelagua