“La República Argentina será bien conocida en aquellas naciones [las civilizadas] por la Sociedad Protectora de los Animales, desempeñando así ésta un papel más importante que el de nuestros ministros acreditados ante las mismas”, dijo Domingo Faustino Sarmiento en 1885, en un discurso frente a la entidad que él mismo había creado. Sin embargo, a pesar de su prédica y del sendero proteccionista que marcó en la Argentina, un relevamiento llevado a cabo por el Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires, en 2018, determinó que solo en esa provincia se estima que hay alrededor de 6 millones de perros y gatos que viven en la calle.
Por ese motivo, la empresa MetLife implementó un programa para que sus colaboradores transiten y adopten perros y gatos en situación de calle. La iniciativa promueve que los empleados de la compañía, que se encuentran trabajando remotamente desde marzo por efecto de la pandemia, ofrezcan su casa para cuidar un animal rescatado de la calle mientras se le busca una familia definitiva. También se puede optar por la adopción directa.
Transitantes o adoptantes
A través de MetHelps, el programa de voluntariado que desde 2001 brinda ayuda activa a los sectores más vulnerables de la sociedad, MetLife Argentina implementó un programa para que sus empleados puedan ofrecerse como “transitantes” o adoptantes de perros y gatos sin hogar. La iniciativa busca provocar un cambio cultural en materia de protección animal, para concientizar sobre la importancia de la adopción y la tenencia responsable de animales de compañía.
“Muchas veces, la gente no puede o no desea adoptar un animal de compañía, pero elige tener un primer acercamiento, y opta por dar tránsito. Esto es clave, ya que así se liberan lugares en los refugios, que actualmente se encuentran desbordados, y se pueden realizar nuevos rescates”, comentó Pablo Cabiati, abogado del departamento de Legales de la compañía e impulsor de esta iniciativa.
A los interesados se les envía un breve cuestionario para preguntarles qué animal de compañía les gustaría transitar o adoptar, se valida la zona de residencia y el tipo de hogar (casa, departamento, existencia de espacios exteriores), así como la composición de la familia y el tiempo disponible para paseos. Los refugios, ubicados en Capital Federal y Gran Buenos Aires, se encargan de los traslados y la atención veterinaria en caso de que el animal se encuentre en tratamiento. Si se realiza una adopción directa, MetLife reintegra al colaborador hasta $1000, para ayudarlo con los primeros gastos veterinarios (pipeta antiparasitaria, alimento, juegos).
“Al comienzo, pensamos que los empleados nos iban a contactar solo para transitar, pero nos encontramos con la sorpresa de que la mayoría quería adoptar desde hacía tiempo, pero no se animaba. El contexto de la cuarentena y el trabajo desde casa ayudó para que pierdan el miedo, y esta iniciativa los terminó de convencer”, destacó Cabiati. Y agregó: “De esta manera no solo damos una segunda oportunidad a los animales abandonados, víctimas del maltrato y la indiferencia, sino que además logramos que las familias conozcan el amor que ellos pueden brindar. Está comprobado que la convivencia con perros y gatos ayuda a disminuir los niveles de estrés y tiene efectos terapéuticos en el estado de ánimo. Esto es muy valioso, más aún, en el contexto de pandemia que estamos atravesando”.
En los últimos meses, cuatro familias se sumaron como voluntarias. Dos de ellas adoptaron perros, otra optó por un gato que deseaba hace tiempo, y una cuarta colaboradora sin experiencia previa con animales, ofreció su hogar en tránsito para una perra en recuperación durante un mes y medio, hasta que finalmente fue dada en adopción.
En junio de este año, José Acevedo, agente de Telemarketing, adoptó un perro del refugio Soplo de vida: “Cuando me enteré del proyecto, pensé que podía ser la mejor compañía para estos tiempos de aislamiento porque vivo solo. Inicialmente opté por dar tránsito ya que aún estaba inseguro de tomar esa gran responsabilidad, pero eso mismo fue lo que luego me impulsó a adoptar; mientras investigaba sobre los refugios veía casos de perros que necesitaban mucho amor. En poco tiempo y luego de un trámite sencillo, adopté a Tito. Llevamos cuatro meses de convivencia y es un perro alegre, mimoso y sobre todo agradecido. Esa es la mayor muestra de que, así como él llegó para cambiar mi vida, yo también generé un gran cambio en la suya”, contó el voluntario.
+ INFO: www.metlife.com