El pasado 15 de abril, la liberación del cóndor andino Sumaj Quilla fue el puntapié inicial de CicloSiete, la Semana por la Sostenibilidad en Iberoamérica. NOTICIAS POSITIVAS recibió, el jueves pasado, en el estudio de Radio Palermo, a Vanesa Astore, la directora ejecutiva del programa Conservación Cóndor Andino (PCCA) en la Fundación Bioandina y jefa del PCCA dentro del Zoo de BsAs, que nos explicó el funcionamiento del programa y además ofreció mucha información interesante sobre este majestuoso animal que une a toda América Latina.
N+: -¿De qué se trata el Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA)?
VA: -El PCCA está organizado por dos instituciones: el Zoo de Buenos Aires y la Fundación BioAndina. En el Zoo estamos trabajando desde hace 25 años en la conservación de esta majestuosa ave que para quienes tuvimos la oportunidad de verlo volar nos genera un impacto muy fuerte. Nosotros trabajamos el programa desde dos alas: el ala científica y el ala cultural.
En cuanto a lo cultural, es importante destacar que el cóndor fue y es honrado por todas las comunidades originarias de Sudamérica. Por eso nosotros desde un comienzo entendimos que si queríamos trabajar por la conservación del cóndor, teníamos que hacerlo honrándolo, trabajando con él. Afortunadamente se fueron acercando muchas comunidades originarias y nos fueron contando con quién estábamos trabajando y qué es lo que se necesitaba hacer para ayudarlo.
Desde el lado científico, lo que hacemos es usar todos los adelantos científicos. Primero ponemos a punto a las parejas que se encuentran en los zoológicos sudamericanos, asegurándonos que no haya consanguineidad, y a través de convenios nos aseguramos de que esas crías siempre sean para volver a la naturaleza. El cóndor es monógamo, pone un huevo y cría un pichón cada tres años, y la incubación dura dos meses, es el ave con el período más largo. Nosotros tenemos un centro de incubación en el zoológico, donde criamos a los pichones con títeres y a través de vidrios espejados. Esto es muy importante porque al ser el cóndor un ave carroñera, se mascotiza muy rápido si el humano le da de comer. Esto es clave, porque esos pichones luego van a tener que cumplir su rol de «basurero ecológico» en la naturaleza: los cóndores comen animales muertos y son capaces de digerir sin afectar su salud animales que murieron por enfermedades, lo que para un humano sería tóxico. Esto es importante porque el cóndor evita así la propagación de ciertas enfermedades en la naturaleza. Nuestro objetivo es que los pichones se acostumbren a ser carroñeros.
–¿Trabajan en el rescate de aves en la naturaleza, además del trabajo que realizan de conservación?
-Sí, también tenemos un centro de rescate. A nivel nacional la fundación BioAndina tiene convenios con las direcciones de ambiente de las provincias. Esto lo realizamos solamente en la Argentina porque el cóndor está protegido a nivel mundial de tal manera que no se puede derivar ni un ejemplar ni derivados de este (huevos, plumas) entre países. Nuestra propuesta es que cada país tenga un programa de conservación. Aquí ya hemos realizado más de 130 rescates. Además de la fundación, nos apoya Aerolíneas Argentinas ofreciendo traslados gratuitos de los cóndores que vamos a rescatar, ya que una vez que los encontramos en problemas lo que hacemos es traerlos a Buenos Aires para trabajar en su pronta reinserción en la naturaleza.
-Es un trabajo en conjunto entre ONG, gobiernos locales y empresas.
-Sí, de hecho también recibimos el apoyo económico de instituciones de todo el mundo que nos permite la continuidad. Hoy en día la conservación no es un trabajo de un año, es un trabajo de muchos años. Además, es importante destacar que los cóndores son animales longevos, que llegan a vivir 70 años o más, y que recién son maduros sexualmente entre los 9 y los 13 años.
–¿Qué edad tenía Sumaj Quilla y por qué necesitaba ayuda?
-Calculamos que tiene aproximadamente unos 3 o 4 años. Un pichón de 2 años ya tiene el conocimiento para desenvolverse solo. Por eso sabemos que Sumaj Quilla va a poder vivir solo. Cuando lo rescatamos tenía una herida muy importante en el cuello y en el ala. Afortunadamente los veterinarios pudieron recuperarlo en el hospital del zoológico y después de casi un año finalmente recuperó la fuerza y decidimos que era momento de devolverlo a su hábitat.
El proceso de devolución del animal a la naturaleza comienza con una campaña educativa. Un tiempo antes de la devolución vamos con voluntarios a las escuelas de la zona para concientizar. El cóndor es un nexo muy importante que tenían las culturas locales previo a la llegada del hombre blanco a América. Ellos lo veían como el mensajero con los dioses.
–¿Cómo trabajan el tema de los voluntarios?
-Yo comencé siendo voluntaria, y creo que una de las cosas más maravillosas que tiene el ser humano es esto de dar sin recibir nada a cambio. Para nosotros trabajar con voluntarios es una forma de retroalimentarnos, porque uno a veces en el conocimiento se va encasillando, y deja de ver cosas que quizás alguien nuevo pueda ver mucho mejor. Tenemos voluntarios de todo tipo. No trabajamos solamente con voluntarios que sean biólogos, sino que nos ayuda gente de cualquier ámbito, que tiene ganas de ayudar y de aprender. Los interesados pueden contactarse a través del Facebook del PCCA, enviando un mensaje. También pueden enviarnos un mail al correo que publicamos en la página www.bioandina.org.ar.
–Las liberaciones que realizan, ¿las hacen solamente en puntos de la cordillera o también en otros puntos del país?
-Tenemos bases de campo en distintos puntos del país. En el año 2003 comenzamos a liberar cóndores en la Costa Atlántica. La gente no suele saberlo, pero hay registros de presencia de cóndores allí de hace muchos años. Darwin, por ejemplo, los menciona. Así fue como en 2002 encontramos distintas condoreras abandonadas y desde 2003 tenemos tres asistentes de campo del Zoológico que viven allí y liberan pichones todos los septiembres. Ya hemos liberado 48 cóndores en los últimos 13 años y ya se han formado tres parejas y hay seis pichones nacidos en la zona. Estamos muy contentos porque hay mucho entusiasmo en la gente de las zonas en donde trabajamos. Las liberaciones son abiertas, y mucha gente se acerca a acompañarnos. Es una fiesta. En la liberación de Sumaj Quilla había 200 personas.
–¿Cómo fue la conexión con CicloSiete?
-Ellos se pusieron en contacto con nosotros y nos invitaron a hacer actividades. Por suerte se dio la casualidad de que Sumaj Quilla estaba en condiciones de ser liberado. Además, para sumarnos a la iniciativa trabajamos en Sierra Grande para empezar a proteger áreas. Estamos invitando a la gente para crear santuarios de la naturaleza. En ese marco, trabajamos con Cultura y Turismo de Sierra Grande, en Río Negro, para declarar una zona como área protegida, lo cual genera turismo, trabajo para la gente, y además se protege toda el área.