Hoy en la columna de Nueva Economía presentamos un impactante caso que surgió en el Viejo Continente, más precisamente en Holanda, pero que tiene un potencial de impacto global.
Todo comenzó cuando un joven estudiante de ingeniería aeroespacial, Boyan Slat, nacido en 1994, tuvo una idea revolucionaria. Motivado por una fuerte preocupación por la enorme presencia de residuos plásticos en los océanos, Boyan ideó lo que hoy en día se considera una de las formas más viables de limpiar nuestras aguas. La idea es fruto de un pensamiento radical pero a la vez muy simplista. En lugar de «pescar» todos los residuos plásticos que flotan en las aguas de todo el mundo, lo cuál no sólo sería muy costoso, sino que según estimaciones profesionales llevaría unos 79.000 años en completarse, Boyan propone utilizar las fuerzas de la naturaleza a nuestro favor: ideó un sistema para recolectar los plásticos en los giros oceánicos, que son aquellas zonas donde confluyen las mayores corrientes marinas.
Boyan dejó su carrera en 2013 para crear The Ocean Cleanup, la empresa que se está dedicando al estudio y desarrollo de su idea, y que está obteniendo prometedores resultados de cara al futuro: recientemente anunciaron que entre 2015 y 2016 pondrán en marcha el primer sistema de prueba, que tendrá 2000 metros de largo y será instalado en aguas japonesas. Boyan logró recaudar 2,2 millones de dólares a través de una campaña de crowdfunding para poder crear esta primera prueba piloto. Ésta prueba busca probar la eficacia del sistema que eventualmente sería instalado en los giros oceánicos: aquellas zonas en donde confluyen las mayores corrientes marinas del mundo, y que según estimaciones profesionales concentrarían para el año 2020 más de 7 millones de toneladas de plástico flotante.
Uno podría pensar que instalar una red de colectores en altamar es no solamente muy difícil, sino que además implicaría un fuerte impacto en la fauna marina. Lejos de ello, desde The Ocean Cleanup aseguran que, debido a que su idea es recolectar plásticos flotantes, la fauna marina no se vería afectada ya que las corrientes pasarían directamente debajo de los colectores. Ni siquiera el plancton, la microscópica criatura de gran importancia para la vida marina, se vería afectado por el sistema que idearon.
Según estimaciones del equipo liderado por Boyan, una red de colectores en la mayor isla de basura (sí, existen enormes islas de basura flotante repartidas en las aguas de todo el planeta), que se encuentra en el giro oceánico del Pacífico Norte, lograría recolectar casi la totalidad de los residuos, con un 99,98% de efectividad en cuanto a posibles «pescas no deseadas» de fauna marina. Boyan estima que si su idea es implementada exitosamente, se podrían limpiar los océanos a un ritmo de 50 contenedores por día, y que si ese plástico recolectado fuera vendido para su reutilización, el emprendimiento obtendría cerca de 500 millones de dólares de ganancia, lo cual implica un número significativamente menor a la inversión necesaria para la implementación del proyecto. Es decir, estamos hablando de un proyecto que no solamente es sustentable, sino que además es altamente rentable.
Boyan Slat es un ejemplo de que con determinación y vocación por el cambio se puede llegar a enormes logros. Con solo 21 años ya es una de las personas más importantes en la lucha por un planeta mejor. Ha sido reconocido como uno de los 20 jóvenes empresarios más prometedores del mundo, y recibió de parte de las Naciones Unidas la distinción «Campeón de la tierra». Además, el rey Harald de Noruega lo reconoció como joven emprendedor en la industria marina, y el Museo de Diseño de Londres reconoció a The Ocean Cleanup en la categoría «Diseño del Año».
Como dice Boyan, «nosotros creamos este problema, así que podemos resolverlo juntos».
+INFO: boyanslat.com // theoceancleanup.com
[…] ser biodegradables. Esto es un gran problema porque se acumulan en grandes espacios de tierra y también en los océanos. En la naturaleza, las bacterias y los hongos coevolucionaron con los materiales naturales, […]