MADRID.- Las películas con temáticas medioambientales no solo se abren paso en el mundo del cine, sino que también comienzan a cosechar importantes premios. La asociación ecologista Greenpeace ha entregado, en el marco de la 68 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, su premio Lurra (Tierra en euskera) a la película vasca Urtzen por su reflexión sobre la importancia del agua como elemento esencial para la vida del planeta y los seres humanos.
El jurado ha valorado cómo, en un contexto de pandemia mundial, el director Telmo Esnal plantea con sencillez y austeridad la relación esencial entre el ser humano y el agua, e invita a reflexionar sobre cómo se ha ido perdiendo ese vínculo fundamental que forma parte de las personas y el planeta.
Durante su proceso creativo, Esnal recupera UR, el gigante del mar, un cuento de Pablo Azkue que ahonda en la conciencia y el mar. A su alrededor monta un ensayo cinematográfico que integra entrevistas, imágenes y música dando origen a un curioso collage que reflexiona sobre la existencia.
La producción vasca competía junto con la producción también vasca Ane de David Pérez Sañudo; la película Lobster soup; la brasileña Casa de antigüedades, de Joao Paulo Miranda; y Última primavera, de Isabel Lamberti.
«Éxodo climático», de David Baute
En este marco, el premio Espiga Verde de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) ha sido para el largometraje Éxodo climático de David Baute, que narra la tragedia de tres mujeres que lo han perdido todo por efecto del cambio climático y que emigran para emprender una nueva vida.
Cada mañana, Lobuin lucha por conseguir la última reserva de agua con la que sobrevivir en Turkana (Kenia), donde ya no llueve. Nazma perdió su cosecha en Ghoramara (India) por la subida del nivel del mar. Sus tierras han quedado yermas por la salinidad. Tornados y huracanes castigan con mayor frecuencia la isla de San Martín donde Vanesa ha perdido su casa.
Una obra que, en palabras del jurado, “recoge tres historias trenzadas en torno a tres de las grandes cuestiones de la actualidad: las consecuencias del cambio climático y la crisis ambiental sobre las poblaciones más frágiles que, por ello, se ven obligadas a migrar lejos de su tierra. Un relato contado, a su vez, a través de las voces siempre silenciadas de las mujeres”.
El jurado, compuesto por Carlos Hita (técnico de sonido especializado en sonidos de la naturaleza); David González (socio y voluntario de Greenpeace) y José Manuel Rodríguez Fernández (socio de Ecologistas en Acción), ha elegido la ganadora junto a las películas candidatas Piedra sola (Argentina, México, Catar, Reino Unido), Omelia contadina (Italia); Abuelo Fuego (España); Dashte Khamoush (Irán); The land of Azaba (EEUU, España); Going song khong nhin thay (Vietnam), Walchensee Forever (Alemania) y Éxodo climático (España).
El premio Espiga Verde pretende contribuir a sensibilizar a los espectadores sobre la necesidad de proteger el planeta frente a este problema. La iniciativa, desarrollada desde hace seis ediciones, cuenta con el apoyo de Greenpeace, Asociación Estatal de Cine (AEC), Ecologistas en Acción y el Ayuntamiento de Valladolid a través de Aquavall.
FOTO de tapa: entrega de premios en Valladolid