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miércoles, octubre 16, 2024
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Los argentinos y la solidaridad

Cuando hay una catástrofe general, todos nos conmovemos. Por ejemplo, en febrero de 2009 la localidad salteña de Tartagal quedó sepultada bajo un alud de agua y barro que dejó a más de 1.500 personas sin hogar. Y rápidamente miles de argentinos se movilizaron, recolectando ropa, frazadas, alimentos no perecederos y pañales para ayudar a los afectados.

Pero en el día a día, ¿somos realmente solidarios? Por ejemplo: ¿Cuántas personas se conmueven al ver a otros durmiendo en la calle?

Guillermina Lázzaro, Directora de la Región Cono Sur de Ashoka Emprendedores Sociales , la primera asociación mundial de emprendedores sociales, que trabajan para lograr una verdadera transformación social, señala la diferencia. “Los argentinos solemos manifestarnos masivamente cuando hay desastres y catástrofes, ante estas situaciones la solidaridad y el espíritu de colaboración es muy grande. Pero frente a un «otro» lejano, la solidaridad se desarrolla con más facilidad que frente a un “otro” más cercano: aquel que duerme en la calle, el chico que pide en la esquina”.

Victor Hugo Russo, Director de la Fundación «El Pobre de Asís» (www.elpobredeasis.org), coincide con Ashoka, e insisten en la contradicción. “Según el diccionario, la Solidaridad es “una adhesión circunstancial a una causa o empresa de otro”. Y según nuestra experiencia social de la solidaridad… también. Es decir: es una adhesión, es circunstancial y es de otro. Por lo tanto, si como sociedad nos unimos para responder de manera concreta a una catástrofe, o a la urgencia económica de un niñito que necesita viajar al exterior para salvar su vida, o a la movilización en la búsqueda de una pequeña que hace días no aparece, entonces podemos decir que somos una sociedad solidaria. De hecho cada una de estas respuestas colectivas es una adhesión circunstancial a un problema que es de “otro”. ¿Pero somos una sociedad inclusiva, responsable para con el bien común, poco narcicista, atenta a la necesidad de todos y colaboradora con aquello que apunte al crecimiento de la equidad, entonces…? Me parece que no”.

Para Russo, que trabaja desde 1998, por la inclusión de los sectores más vulnerables tanto en la solución de necesidades básicas inmediatas (alimentación, salud, vivienda, abrigo, afecto), como en la perspectiva social (capacitación e inserción laboral) y en el desarrollo de las capacidades intelectuales (educación), “una cosa es la Solidaridad como actitud propia, personal y permanente frente a la vida – y desde allí como valor constitutivo de las estructuras sociales-, y otra es la buena disposición hacia a las acciones solidarias. En este segundo escenario es donde me parece que nos ubicamos los argentinos”.

Quizá la participación de la gente tenga que ver con ciertos temas, que a la sociedad en general le resultan más movilizantes que otros. Por ejemplo, la situación de los niños genera preocupación e interés en todos.

Gabriela Loiácono, de Fundacion Leer (www.leer.org.ar), entidad que trabaja en la promoción de la lectura y la alfabetización infantil, dice: “El nuestro es un tema que suscita mucho interés, y muchas de nuestras actividades se sostienen y llevan adelante gracias al apoyo y el compromiso de los voluntarios”. Por ejemplo, en la última edición de la Maratón Nacional de Lectura participaron más de 200 voluntarios, acompañando a las escuelas, leyendo con los niños o repartiendo regalos y libros, entre otras cosas. “El compromiso fue total”, insiste.

Y Edith Grynszpancholc, creadora y Directora de la Fundacion Flexer, coincide con ella: “El argentino es más solidario de lo que parece, por ahí tenemos un concepto pobre de nosotros mismos. A veces escuchamos decir que no nos metemos, que no nos comprometemos… pero nuestra experiencia es muy diferente”.

La Fundacion Natalí Dafne Flexer, que desarrolla actividades de contención emocional para niños enfermos de cáncer y sus familias, tiene un staff fijo de 11 personas, y 150 voluntarios. “Vienen y se comprometen muy seriamente con las tareas”, dice Edith. “Además, el 80% de nuestro presupuesto está cubierto con donaciones, actividades o acciones relacionadas con la colaboración. Tenemos asesores y consultores, por ejemplo en temas jurídicos; personas que nos entregan elementos y servicios, su trabajo, su tiempo. Si tuviéramos que pagar por eso, nos sería imposible”, dice.

Pero hay problemáticas que no encuentran tanto eco en la gente.

Mabel Bello, Directora de ALUBA, Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia , cuenta: “En nuestro ámbito pasa algo muy sugerente. Llamamos a los compañeros de escuela de los jóvenes que estamos atendiendo, para que participen y se involucren en el problema, y en muchos casos vemos una indiferencia importante. No se interesan”.

La doctora opina que, ante algunas situaciones, la sociedad está volviéndose más insensible. “La enfermedad de un adolescente no produce movilización. Un chico o chica joven con bulimia muchas veces es mirado con prejuicios; la gente piensa que tiene un capricho, o que es una etapa que se va a pasar sola… En ese sentido produce mucha más movilización la enfermedad en un niño”, señala.

Lázzaro, desde Ashoka, coincide. “Definitivamente las acciones vinculadas con los niños conmueven mucho, y las temáticas de salud y educación son de mucha cercanía a la gente. Pero otras, lamentablemente están más invisibilizadas”.

 …”Que lo injusto no me sea indiferente” …

Por otro lado, las ONG consultadas coinciden en que hay mucho trabajo voluntario. ¿Quiénes son, porqué se suman? ¿Existe el real compromiso, o la gente espera – a veces sin darse cuenta – que la acción solidaria le sea recompensada de alguna forma?

En la Fundación Leer hay voluntarios que colaboran en las oficinas y otros que trabajan a distancia. La mayoría son argentinos, aunque hay también una gran cantidad de extranjeros, que vienen de Norteamérica, Inglaterra y Francia. “En general las convocatorias son muy exitosas. Ante un pedido de voluntariado recibimos muchísimas respuestas, tanto de estudiantes extranjeros como de amas de casa”, cuenta. Y resalta que quienes responden y ofrecen su tiempo están muy interesados e involucrados con este tema, ya sea porque tienen hijos, nietos, son docentes, bibliotecarios, periodistas o simplemente quiere colaborar difundiendo nuestro mensaje.

La Directora de Ashoka opina: “creo que quienes actúan solidariamente lo hacen sin esperar recompensa a cambio; aunque en el dar siempre existe una recompensa muy grande que es, primero, el contacto con aquel que lo necesita. Y luego el sentir que uno ha hecho algo para transformar aunque sea de manera pequeña la realidad”.

Desde ALUBA apuntan que dentro de su modalidad de trabajo, plantean al paciente la posibilidad de involucrarse con actividades solidarias. “Le sugerimos que se acerque a hospitales infantiles donde necesiten títeres, o a un geriátrico donde ir a leer… que trabaje por los otros, porque la práctica solidaria incrementa las ganas de vivir, y gratifica personalmente como forma de terapia”. La Dra Bello insiste en que “quien da descubre un mundo nuevo, se siente útil, y sin dudas recibe más de lo que brinda”. Y resalta que muchos chicos que viven encerrados en su propio mundo, cuando ven a otro con una necesidad y lo pueden ayudar, perciben su propia fortaleza y su capacidad. Y de esa manera se ayudan ambos.

Para la Fundacion Flexer, “la gente a veces no colabora porque no sabe bien cómo hacerlo. Además, ser solidario requiere asumir un compromiso con la causa, pero en serio. Hay gente que trae lo que no le sirve, pero no se trata de “dar lo que me sobra” sino lo que el otro necesita, y tampoco es cuestión de hacerlo porque “me hace sentir bien”, sino porque hace sentir bien al otro… “. “Los valores sociales maduros y responsables son consecuencia de la construcción de sociedades maduras y responsables. Un camino en el que aún resta mucho por recorrer”, coincide Russo. “Sin embargo –agrega- sería injusto no reconocer que hay muchísimas personas que por una elección sensata y despierta, “adhieren” al modelo solidario que tiene como objetivos finales la equidad y la inclusión. Tal vez seamos muchos mas de los que nosotros creemos”.

“Dentro de nuestros voluntarios hay muchísima gente joven participando, notamos en ellos un alto compromiso”, concuerda Grynszpalchoc.

En ese contexto, las organizaciones sociales desarrollan distinto tipo de campañas para llegar al corazón, pero también al entendimiento.

“Nosotros hacemos “docencia” en este punto, cada vez que alguien se quiere sumar le explicamos nuestro punto de vista sobre el tema y cómo trabajamos. Lo planteamos como “alianzas de apoyo”, y buscamos que cada voluntario o colaborador entienda de qué se trata y se comprometa a hacerlo”, señalan desde Fundacion Flexer.

“Creo que en este momento, lo más importante es la concienciación de la población sobre temáticas donde no solo importa tener un buen sentimiento sino accionar inteligentemente y con información”, dice Lazzaro, desde Ashoka. Y añade: ”Argentina necesita de agentes de cambio, personas que piensen en el largo plazo y que desarrollen acciones para transformar la sociedad positivamente día a día”.

 

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