A comienzos de este siglo -qué lejano suena ya-, hubo un concepto que sorprendió a muchos sectores de la sociedad, incluidos los propios empresarios: la Responsabilidad Social Empresaria (RSE), es decir, «la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas, generalmente con el objetivo de mejorar su situación competitiva, valorativa y su valor añadido», como tan bien la define hoy Wikipedia.
Desde la perspectiva de NOTICIAS POSITIVAS, a la que ayudan sus casi 12 años de existencia, estamos hoy ante una nueva etapa, aún más rica en posibilidades, tanto para las empresas como para el resto de la sociedad y el Estado. En recientes entrevistas a distintos equipos de trabajo que reúnen en su conformación a representantes empresarios, de ONG, de ámbitos universitarios nacionales y de los correspondientes sectores del Estado, observamos que se está usando un concepto que crece a medida que crecen también los esfuerzos para enfrentar el calamitoso Cambio Climático en el mundo. Este concepto es el de «paisaje productivo protegido», que engloba el crecimiento económico con la protección y conservación de los recursos naturales y humanos en las áreas en que ocurre.
Esta clasificación, unida a la de «servicios ambientales» que veíamos hace poco en ocasión del rescate de la hembrita de los pantanos Yasí, está mostrando un camino cada vez más transitado por los tres pilares de la comunidad: Estado, empresas y sectores de la sociedad civil activos en el cuidado y preservación de lo que es de todos. Nueva denominación para definir una inteligente manera de trabajar en equipo.
