Por Magdalena Billorou de Sin Azul No hay Verde para Noticias Positivas
Hace siete meses conocí a Lara y Maia, dos hermanas apasionadas por el océano, que hoy son mis jefas. Yo soy diseñadora gráfica y con ellas formamos parte del equipo de diseño y comunicación para el programa de conservación marina Sin Azul No Hay Verde, de la fundación Rewilding Argentina.
Desde 2018 que en Sin Azul No Hay Verde trabajamos en dos proyectos puntuales para cambiar políticas públicas que permitan proteger y conservar áreas naturales claves para la mitigación de la crisis ambiental que estamos atravesando: el Área Natural Protegida Península Mitre y las aguas prístinas del Canal Beagle para que se prohíba por ley que la industria salmonera se instale.


Como para muchos, el comienzo del año fue complicado en la agenda de los tomadores de decisiones. Nuestra lucha por conservar el Mar Argentino pasó a un segundo plano, mientras que por otro lado, el océano recibía cada vez más plásticos de un solo uso. El mes pasado, los científicos encontraron microplásticos y fibras artificiales de barbijos desechables en el interior de cuatro especies de tiburones que habitan los fondos del mar en la costa de Cornualles, Inglaterra, a 900 metros de profundidad.
“Lo que hagamos o dejemos de hacer determina nuestro futuro”
Sylvia Earle
El océano es el ecosistema más grande del planeta, produce el 50 por ciento del oxígeno que respiramos, regula el clima, nos brinda alimento, almacena dióxido de carbono, es una gran fuente de empleo, y se estima que el 80 % de la biodiversidad mundial vive en él. Hoy, como sociedad, no nos podemos dar el lujo de permitir que miradas egoístas con modelos de producción poco sostenibles terminen de destruir nuestra herramienta más grande para combatir la crisis climática: la naturaleza.


La manera de relacionarnos con el mundo natural del que formamos parte es un punto clave. No podemos seguir creyendo que todo lo que le hacemos a la naturaleza, no nos lo hacemos a nosotros mismos. Si no cambiamos nuestra relación con el resto de los seres vivos que habitan nuestro planeta, las enfermedades zoonóticas (como el Covid-19) van a seguir apareciendo.
Creo profundamente que pequeñas acciones replicadas por mucha gente pueden generar grandes cambios: no hace falta ser bióloga ni científica ni ser Greta Thunberg, solo hace falta abrir los ojos y tener ganas. Nuestras elecciones a la hora de consumir pueden mejorar notablemente la salud del planeta.