El fotógrafo Marcelo Gurruchaga viajó a la Patagonia para instalar un equipo de energía solar en una de las viviendas de la Meseta de Somuncurá, una de las regiones más aisladas, inaccesibles y con menor densidad de población de la Argentina. El equipo fue adquirido con aportes de los participantes del segundo fotosafari a la meseta, y de Rupestre-Experiencia Patagónica, con quienes Marcelo organizó éste y otros viajes.
En su crónica del viaje, Gurruchaga resalta que «la llegada de la luz es un elemento esencial para que los pobladores no tengan que abandonar la región, y puede ser un primer paso para que el poco confort que existe allí vaya creciendo paulatinamente».
La Meseta de Somuncurá (en mapuche, ‘piedra que suena o habla’) está enclavada en el centro-sur de Río Negro, y gran parte de su superficie penetra en la provincia de Chubut. Abarca un territorio más extenso que el de la provincia de Tucumán. La falta de obras de infraestructura hace que la meseta se mantenga aislada. Una ruta provincial la atraviesa de norte a sur pero, según señalan los pobladores, la última vez que pasaron la máquina vial fue en 1968.
Los habitantes de estas tierras jamás disfrutaron de la luz eléctrica. Gurruchaga instaló el equipo de energía solar en la vivienda de Luisa Payao, una señora de alrededor de 90 años (aunque hay quienes afirman que son aún más). Cabe destacar que ni ella ni su familia conocían la electricidad. «Hoy tienen luz todos los días. El panel solar recibe los rayos de sol que convierte en electricidad; un acumulador contiene la energía que recibe y que por la noche se convierte en luz. Ya no necesitará reemplazar pilas agotadas y la radio siempre sonará», señaló, feliz, el fotógrafo.
La experiencia se pudo realizar gracias a que Rupestre-Experiencia Patagónica fue autorizado por el director de Áreas Naturales Protegidas de la provincia de Río Negro, Atilio Namuncurá, a operar en la zona con la intención de mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Meseta de Somuncurá.