Estuvimos en la presentación del Segundo Estudio sobre Salud Emocional, Bienestar y Felicidad impulsado por Coca-Cola de Argentina, en el que queda clarísimo que la salud emocional tiene que ver con el balance entre el orden, entendido como organización, y el intercambio y el sentido de pertenencia. Este equilibrio regado con una buena dosis de humor, sin olvidar la revalorización de la mesa familiar como espacio de encuentro, parecen ser un buen camino para llegar al deseado bienestar emocional. Lo mejor: ¡la salud emocional es contagiosa!
Los resultados del primer estudio, difundido el año pasado, establecieron que la Salud Emocional influye en la construcción de la felicidad, se puede ejercitar y se nutre de forma vincular, desde la esfera íntima y familiar hacia el mundo externo. El concepto de Salud Emocional se concebía, según los encuestados, en un sentido amplio y complejo, que comprendía tanto cuerpo como emocionalidad.
A la luz de las conclusiones del nuevo estudio, realizado en varios países de la región (la Argentina, Chile y Bolivia), se confirma que la Salud Emocional es contagiosa: se puede “irradiar” desde el círculo íntimo de la familia y los amigos, hacia otros espacios sociales.
“Según los estudios realizados, la salud emocional tiene un efecto multiplicador que se expande desde el individuo a sus círculos más cercanos. Esto confirma que es posible contagiar la felicidad”, comenta Katzi Olivella, senior Brand Manager de bebidas carbonatadas de Coca-Cola de Argentina. “Desde Coca-Cola, buscamos acompañar, justamente, estos momentos de felicidad”.
Los argentinos entienden la salud como un concepto amplio y complejo: 9 de cada 10 cree que está relacionado con estar bien física y emocionalmente, y 6 de cada 10 integra en esta ecuación el bienestar económico.
Nuevos hallazgos
Uno de los principales hallazgos de esta nueva investigación revela que la Salud Emocional es una tarea cotidiana y dinámica, que se comparte y desarrolla junto a familiares y amigos. Y tiene como base, en todo tipo de familias, tres ejes básicos en torno a los cuales se construye una convivencia emocionalmente saludable: la organización, entendida como prácticas que estructuran y sirven como contención; el intercambio y la comunicación fluida entre las personas y el entorno en el que viven, y la existencia de un sentido de pertenencia a una familia y a una comunidad.
A la luz de las nuevas investigaciones, se delinean tres diferentes tipologías de familia, delimitadas por los diferentes momentos vitales de cada una, sus estilos y preferencias: las familias en crecimiento, las familias que están construyendo su identidad y las familias en red.
Las familias en crecimiento cuentan con hijos pequeños, donde prima la organización y el orden. Se apoyan en rutinas que aportan previsibilidad a sus integrantes, como establecer horarios de comida o decidir quién trae o lleva a los chicos al colegio. De cada 10 familias argentinas 9 valoran y priorizan estas prácticas. Por su parte, las familias que están construyendo identidad, con hijos adolescentes, tienen su eje central en el sentido de pertenencia; la mesa familiar se constituye, para el 90 por ciento de los encuestados, como un espacio privilegiado para fomentar este sentido.
En las familias en red las prácticas fundamentales son de intercambio o interrelación con la sociedad. Entre las prácticas que favorecen el intercambio, se destacan el humor y el juego compartido con los hijos que es, para 8 de cada 10 familias, el recurso ideal para estrechar lazos y resolver pequeños conflictos cotidianos: permite aliviar, distender y ofrecer una salida a las situaciones tensas.
Por último, el estudio confirma que 6 de cada 10 hogares argentinos enfatiza las actitudes que favorecen la formación de redes entre los miembros de la familia y los grupos o espacios de participación: el diálogo, el estar al tanto del otro y la conversación surgen como algunas de las prácticas que favorecen la Salud Emocional. Asimismo, se destaca el hecho de que más del 70 por ciento de los entrevistados mantiene reuniones con familiares cercanos todas las semanas. Estas prácticas conforman una de las claves del bienestar comunitario que se revela, según los resultados de la investigación, en varios de los países sudamericanos.
Tejedores de vínculos
El estudio realizado identifica también los roles o posiciones que diferentes miembros de la familia van ocupando, de forma alternativa y no fija, para contribuir a la salud emocional de la familia, “tejiendo” o entrelazando a las personas y los sentidos (de pertenencia, de intercambio), con laboriosidad y atención.
Así, las madres suelen ser quienes sostienen el entramado de relaciones familiares, mientras que los padres (hijos mayores, abuelos, tíos u otros familiares), contribuyen con sus actitudes a dinamizar el grupo con intervenciones puntuales. Los hijos, por otra parte, aportan con pequeños gestos a la armonía de las relaciones.
¿Cómo se realizó la investigación?
El trabajo de campo etnográfico fue realizado en hogares de la Argentina, Chile y Bolivia, por un equipo de investigadores especializado de Soto.Magariños, compuesto por antropólogos y sociólogos.
En un periodo de 7 a 15 días se realizaron entre cuatro y seis visitas en profundidad en cada hogar, con los miembros de cada familia, durante las cuales se observaron y registraron sus actividades e intercambios cotidianos dentro y fuera del hogar.
La selección de hogares tuvo en cuenta la representación de diferentes tipos de familia, considerando investigaciones recientes sobre estructuras familiares en Latinoamérica, donde se consideraron familias nucleares, extendidas, ensambladas y hogares monoparentales.
La investigación también incluyó un estudio cuantitativo realizado por la consultora Ipsos Argentina, sobre 1200 casos en cuatro países de América latina: la Argentina, Chile, Bolivia y Perú.