Sería bueno preguntarse antes que nada: ¿cuándo, cómo comienza hoy, en el siglo XXI, una pandemia? ¿En el momento en que los primeros casos de, por ejemplo, enfermos o muertos por gripe porcina comienzan a ser conocidos por la opinión pública? ¿O, en realidad, cuando los medios de comunicación masiva entran en una rueda loca de sensacionalismo, y la presión que ejercen sobre la sociedad se desboca y nadie puede controlarla?
Da la impresión de que, como lo afirman dos especialistas en campos diferentes pero con experiencias igualmente sólidas y probadas –nos referimos al médico veterinario Juan Carr, fundador de la Red Solidaria, y a la doctora Marcela Echavarría, la entrevistada de N+ sobre el tema–, «el miedo puede ser más riesgoso para la salud que el contagio real».
El miedo paraliza y en estas situaciones conviene «ocuparse» antes que «preocuparse». Reforzar las normas de higiene básica que supieron enseñarnos las abuelas sigue siendo una recomendación acertada. Y vale la pena recordar que estas son las mismas normas que nos sirven, ahora y siempre, para prevenir el contagio de la gripe porcina, pero también de la gripe A, la fiebre amarilla, el dengue… y hasta un resfrío fuerte.
Ser responsables a la hora de cuidarnos a nosotros mismos frente a sintómas de enfermedad es, en este caso, lo que protege a los demás. Informarse en profundidad, prestando atención a lo que dicen los especialistas y poniendo en práctica esos consejos es el reaseguro de que, como sociedad, no sólo lograremos salir adelante en el caso de la gripe porcina, sino que también será una experiencia comunitaria que servirá para muchas otras situaciones donde la responsabilidad y el bien de todos son necesarios.