El profesor de Educación Física le dice a Lucas que no va a jugar al fútbol con sus compañeros, pero lo ofrece a cambio una opción “buenísima” que es ser su secretario. “Me vas a ayudar, te vas a divertir mucho”, dice el profe, que sabe que Lucas tiene Diabetes Tipo 1. Este es un error muy habitual por parte de quienes desconocen los detalles de la enfermedad crónica más común en los niños, y uno de los obstáculos más frecuentes para quienes la padecen.
El ejercicio es bueno y no hay contraindicaciones para practicarlo. Pero la desinformación produce miedo, y el miedo es una forma de discriminación. Los chicos que viven con diabetes tipo 1 pueden dejar de ser invitados a un cumpleaños “porque no tienen menú para ellos”; pueden ser impedidos de participar de un campamento por temor a descompensaciones; pueden ser obligados a sobrecontrolarse por sus maestros para su propia tranquilidad, o tener inconvenientes al declarar en un aeropuerto una “bomba” que administra insulina –la hormona necesaria para el tratamiento– al organismo.
“Los obstáculos para llevar una vida normal no están en el tratamiento ni en la enfermedad en sí, sino en la desinformación que rodea al niño con diabetes”, asegura Liliana Tieri, directora y fundadora de la organización CUI.D.A.R y mamá de una joven con diabetes tipo 1. Esta Asociación para el Cuidado de la Diabetes en la Argentina realiza la campaña #VivirConDiabetesNoImpideSoñar aprovechando que el 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes. Dentro de esta problemática, se destaca el desconocimiento y el silencio sobre la diabetes tipo 1 en los niños, que se caracteriza por el déficit absoluto de secreción de insulina a nivel pancreático. Se presenta con mayor frecuencia en niños, adolescentes y adultos jóvenes, se calcula que afecta a 500.000 menores de 15 años a nivel global y crece a un ritmo del 3 por ciento por año. “Ya se ha incrementado en niños menores de 5 años”, dice la doctora Liliana Trifone, jefa de Nutrición y Diabetes del Hospital Ricardo Gutiérrez.
Teniendo en cuenta esta situación y el actual nivel de información con el que cuenta la sociedad, CUI.D.AR impulsa una campaña en redes sociales y acciones presenciales en vía pública y de alto tránsito. Desde 2007, esta campaña está respaldada por las Naciones Unidas, ya que responde al Objetivo 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que es «garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades».
Esta enfermedad, a diferencia de la diabetes tipo 2 en los adultos, se instala en cuerpos sanos. Mientras el paciente esté en tratamiento y con los valores de glucosa controlados, puede llevar una vida normal.
La dolencia no tiene cura, pero sí un tratamiento a base de la administración de insulina, que permite llevar una buena calidad de vida. Por ejemplo, la arquera de la selección argentina de Handball, Valentina Kogan, vive con diabetes tipo 1 desde los 10 años.
Cuanta más información acerca de esta enfermedad crónica tenga la sociedad, más probabilidades hay de que nunca más ningún chico se pierda una piyamada, y que todos puedan cumplir sus sueños tal como lo dice el hashtag que instaló la campaña de la asociación CUI.D.A.R: #VivirConDiabetesNoImpideSoñar.
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