Son tiempos de cambio para la Argentina y, como en un juego de estrategia, los protagonistas se van reacomodando.
¨Ahora trabajo por mi cuenta, porque la verdad es que no estaba tan de acuerdo con lo que pasaba», me dice una colega que durante años apoyó ciertas conductas en silencio. Si somos honestos, todos conocemos estos casos con sus matices de moderación y credibilidad.
En cualquier caso, el pasado ya fue y, en lo personal, le doy la bienvenida a los nuevos moderados, aunque siempre charla mediante, para que quede claro que uno sabe que no está comprando gato por liebre, sino entendiendo que nada es totalmente blanco o totalmente negro, y que solo en conjunto podemos pretender que el país sea mejor de lo que nunca fue.
El gobierno actual, hay que decirlo, se caracteriza por contar con funcionarios y simpatizantes que tienen preparación académica y experiencia en las mejores escuelas y universidades del país y también del exterior, y esto implica una mayor responsabilidad de su parte.
Para quienes hoy ocupan puestos de decisión (por lo menos, para muchos de ellos) no es un problema llegar a fin de mes e incluso han elegido comprometerse porque realmente quieren hacer una diferencia.
Ojalá puedan diferenciarse no haciendo silencio con la letra chica en situaciones difíciles porque ¨esto es lo que hay y es imposible cambiarlo, sigamos así¨. Ojalá la mirada pueda ponerse más lejos y se priorice la transparencia en procesos como licitaciones de energías renovables, Ley de Bosques o la postura oficial respecto de la minería.
Para quien tiene buen oído no es un secreto que algunas decisiones se están tomando en las mesas chicas, en la confianza de años de conocerse y al amparo de pertenecer al mismo club.
En este contexto de cambio y oportunidad no hay lugar para la indiferencia sino para el compromiso real con el cambio. Como dijo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz: ¨Si eres neutral en situaciones de injusticia, estás del lado del opresor¨.