“Desde que nací en mi familia siempre recuerdo a alguien que leía la borra del café. Una abuela, por ejemplo, que le decía a una chica que se acababa de casar que iba a tener un hijo, o si era un hombre joven, que iba a hacer un viaje”, cuenta Laura Keoroglián y se sonríe porque para escribir su libro Corazón de Café (Ediciones Akhtamar) tuvo antes que investigar mucho.
Laura es uruguaya, licenciada en Ciencias de la Educación, fundadora y directora del centro educativo Colegio del Prado (1992-2006); en 2003 empezó a leer la borra del café, tradición que heredó de sus ancestros armenios.
Dice Keoroglián: “Es algo ancestral: en las caravanas, en el desierto, los hombres tomaban café cuando se detenían en su viaje hacia otras ciudades. E imaginé que en esa mancha oscura que deja el café en la taza debían creer ver lo que les esperaba al llegar, el anhelado encuentro con sus familias.”
El Corazón de Café, Laura Keoroglián y los oráculos
Para Laura, lo que hay en la borra del café es “un oráculo”, un intermediario entre el mundo interno y el mundo externo de una persona, algo que nos sucede a todos. “En el Lejano Oriente, es el I Ching”. Para los armenios, el rito de tomar café oriental es como el tomar mate para los criollos. Laura afirma que a la lectura de la borra del café (o cafeomancia) no hay que tomarla como un vaticinio, sino como un mensaje que se debe escuchar, sea bueno o malo. Es un arte que utiliza las manchas que deja el café como vía para interpretar y conocer el alma de la persona.
Su preparación es todo un ritual: se hace con café molido impalpable, azúcar y agua fría; se coloca sobre el fuego y hay que vigilarlo de cerca, porque si rompe el hervor ya no sirve. Se debe beber saboreándolo, concentrándonos en nuestros pensamientos y, una vez que se haya tomado todo el líquido, se da vuelta la taza y se deja apoyada boca abajo sobre el plato, esperando que la borra vaya cayendo y se formen figuras que luego se van a interpretar.
“Al ser una técnica que explora en profundidad, invita al consultante a mirar hacia su interior, a ver sus propios errores; por eso, fundamentalmente –escribe Laura Keoroglian en Corazón de café– esta lectura ayuda a ver por qué ocurre lo que le ocurre y qué se debe hacer para evitarlo.”