La arquitecta Marta García Falcó, una querida amiga y asesora de NOTICIAS POSITIVAS, volvió a los estudios de Radio Palermo para hablar de una de sus especialidades: los cines argentinos y, en particular, los cines de Buenos Aires, sobre todo ahora que ha habido reaperturas como la del Gran Rivadavia, y otros cuya comunidad está en lucha para que se haga lo propio, como la del Cine Teatro Urquiza, en Parque Patricios.
García Falcó es arquitecta, UBA; periodista y experta universitaria en Gestión Documental y Administración de archivos (Universidad Santo Tomás de Aquino). Desarrolla su actividad profesional en proyectos de arquitectura, en el campo editorial y en investigación histórica y periodística, y como directora del Archivo Histórico de Arquitectura de la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), Buenos Aires. Investigadora independiente, colabora con medios periodìsticos especializados en Arquitectura desde 1990, y es coautora de la investigación en curso sobre Cines en la Argentina.
N+: -Alguna vez te escuché decir que en Buenos Aires llegamos a tener alrededor de 300 cines. Es una cifra importante, ¿no es cierto?
MGF: -Es una cifra interesante. La Argentina tiene una historia muy rica en cuanto al cine. Desde siempre las ciudades han tenido muchas salas, incluso ciudades chicas o pueblos de menos de mil habitantes han tenido salas de cine. De hecho, existe una disputa histórica entre Rosario y Buenos Aires para definir cuál fue la ciudad donde se realizó la primera proyección del país.
-La comunidad de Parque Patricios está dispuesta a rescatar y recuperar el Cine Teatro Urquiza, que en su momento era muy importante. Estoy hablando acerca de los clásicos cines de barrio…
– El Urquiza era uno de los principales cines de barrio. En ellos se solían dar los estrenos. El caso del Urquiza es interesante porque además es una estructura típica (es del año 1921) que simbolizaba la transparencia y lo que es la pantalla adentro.
–¿Por qué eran así los cines? ¿Qué estaban demostrando hacia el afuera?
-El Urquiza tiene tres pórticos acristalados, que todavía existen porque la fachada se mantiene intacta. Haciendo un paralelismo con el Gran Rex, que fue el paradigma de la gran vidriera, de ver todo lo que pasaba adentro, es interesante ver cómo la idea era similar. Si bien en 1921 todavía no existía la tecnología para hacer una gran fachada de vidrio, se puede ver cómo en el Urquiza lograron algo similar con los tres pórticos acristalados. Se trata de una especie de predecesor de las salas que vinieron luego.
Más fortuna ha tenido el Gran Rivadavia, en Avda. Rivadavia al 8600. Cine-teatro histórico, es un patrimonio cultural que, tras permanecer 11 años cerrado y gracias a la Asociación Civil “Salvar a Floresta” y la ayuda de los vecinos, abrió nuevamente sus puertas el pasado 24 de abril, con un espectáculo del dúo Pimpinela en el que el emblemático teatro recuperó su brillo y esplendor.
De un estilo racionalista y majestuoso, el Gran Rivadavia fue inaugurado en 1949 como una gran sala de cine, cuyo diseño se basó en el Teatro Gran Rex y fue diseñado por el arquitecto Alberto Prebisch, el mismo que edificó también el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires.
– ¿Como historiadora y arquitecta, que opinión tenés acerca de la recuperación de cines antiguos?
– Me parece que es importante que los vecinos logren el apoyo necesario a nivel gubernamental. La cuestión es que si esto se transforma en un emprendimiento solamente privado y vecinal, hay pocos incentivos para recuperar estas salas, por lo costoso que es mantener las salas y pagar los impuestos. Son edificios que quizás nunca más volverán a construirse, y creo que es importante que se mantengan como patrimonio cultural e histórico.
+ INFO: para quienes estén interesados en participar, la comunidad de Parque Patricios tiene una página: facebook.com/cineteatrourquiza. También hay una petición en Change.org.
Para N+, un testimonio del periodista cultural Hugo Beccacece, nacido y criado en Parque Patricios:
-¿Podrías contarnos tu experiencia en el Cine Teatro Urquiza?
-Lo primero que me viene a la mente es que, en aquella época, por una ley peronista, antes de la última película se debía realizar un acto vivo. Recuerdo que un domingo asistí al cine teatro Urquiza y Azucena Maizani, conocida como La Ñata Gaucha, fue quien protagonizó el acto vivo que precedió a la función cinematográfica. Recuerdo que salió vestida de gaucho, y acompañada con una orquesta.
También recuerdo que el cine tenía días de Damas y días de Niños. En los días de Niños, íbamos solos y pagábamos 80 centavos, que era como una entrada de jubilado o estudiante. Para el público que no era infantil, era riesgoso ir al cine en aquellos días, porque los chicos entrábamos con mandarinas ocultas y en determinado momento de la función comenzábamos a comerlas, no por una cuestión de hambre, sino porque queríamos llegar a las semillas. Es así que se producía una espectacular guerra de semillas en la oscuridad. Además, los días de Damas recuerdo que las madres llevaban sandwiches y termos para comer en la oscuridad o en el intervalo. En algún caso, para no derramar el café con leche que venía en el termo, algunas madres llevaban a los chicos al baño de damas para servirles las bebidas a los niños. Era un espectáculo que tenía un carácter sociológico, casi antropológico.