MADRID.- La ONG Amigos de la Tierra ha lanzado el estudio «Biofakes: el engaño de los bioplásticos» en el que analiza diferentes aspectos de los bioplásticos, si realmente son una alternativa sostenible al plástico convencional, quién gana con su implantación y qué impactos sociales y ambientales conllevan. Tras una investigación detallada que se extiende a lo largo de 60 páginas, la organización denuncia que el término bioplástico es «ambiguo» y que su uso «no está regulado, lo que permite que las empresas lo utilicen con libertad a pesar de que la mayor parte de estos productos están compuestos por plásticos convencionales y no son más sostenibles que estos”.
“Los llamados bioplásticos son una herramienta más de greenwashing que utilizan las empresas para perpetuar su lucrativo negocio basado en el usar y tirar ante una sociedad cada vez más concienciada con la necesidad de cuidar el medio ambiente y más crítica con el uso de plásticos desechables. Esta tendencia se está acentuando a medida que la Unión Europea y España están adoptando leyes para prohibir o limitar los plásticos de un solo uso”, ha advertido Adriana Espinosa González, responsable de recursos naturales y residuos de Amigos de la Tierra.
Los bioplásticos se dividen en dos tipos: los considerados de origen vegetal o biobasados, fabricados con un porcentaje de materia de origen vegetal que, en general, están hechos de «materia orgánica como maíz, patata, caña de azúcar, etc. y un buen porcentaje de plástico, hasta un 75 por ciento de base fósil (plástico/petróleo)”. Algunos de estos materiales se tratan para que sean “biodegradables” o “compostables”.
Por otro lado, los plásticos íntegramente fabricados con plástico convencional (petróleo), que se denominan “biodegradables” o “compostables”, no contienen ningún porcentaje de origen vegetal y han sido tratados para tener las propiedades de biodegradables o compostables. En ese sentido, la ONG advierte que “no se degradan en el entorno natural, más bien se transforman en microplásticos y se dispersan por los ecosistemas, y solo una minoría (plásticos compostables certificados) se degradan en condiciones muy limitadas (compostaje industrial)”.
Los bioplásticos, en cualquiera de sus modalidades, conllevan múltiples impactos ambientales y sociales durante su ciclo de vida. Por un lado, la producción de biomasa para los biobasados produce “acaparamiento de tierras, deforestación y competencia en la producción de alimentos”. Además, tanto los biobasados como los “biodegradables” o “compostables” requieren en mayor o menor medida extracción y producción de petróleo, lo que destruye los ecosistemas.
Asimismo, el informe denuncia que los elementos hechos de bioplástico requieren “un uso exacerbado de energía, contribuyendo de forma preocupante a la emergencia climática”.
En un momento clave, en que el Congreso está tramitando la reforma de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, Amigos de la Tierra reclama una normativa que “no abra las puertas a las falsas soluciones como los bioplásticos”.
Para la ONG, debe “prohibirse el uso del prefijo ‘bio’ y otros términos como ‘biodegradable’ en cualquier tipo de plásticos, así como evitar que constituyan una alternativa a los plásticos convencionales de un solo uso”.
“Ante los avances normativos, los bioplásticos son un intento más de la industria para engañar al legislador y a la ciudadanía con productos que siguen incentivando el consumo de productos desechables y que distraen la atención de las soluciones reales: reducir el consumo de plásticos y fomentar la reutilización de productos y envases”, concluye María Durán, responsable de recursos naturales y residuos de Amigos da Terra Galicia y co-autora del informe.
FOTO de Tapa: Brian Yurasits