En una entrevista que le hicieron cuando era ministro de Educación porteño al hoy ministro de la cartera nacional, Esteban Bullrich decía que su objetivo prioritario sería que en todas las escuelas primarias de la ciudad de Buenos Aires se enseñara programación. La escuela, dijo, debe ser “generadora de nuevos lenguajes; el bilingüismo del siglo XXI es que los chicos empiecen a generar una relación con la tecnología totalmente diferente: hablar con la computadora. El foco es que salgan dueños de su futuro al poder crear trabajo y no a buscarlo”.
Hay quienes descreen todavía de los beneficios de la tecnología aplicada a la vida cotidiana –la Internet de las cosas-, pero esto es solo por ignorancia, porque no han comprendido que son “analfabetos” en la materia. Sin embargo, no debería ser tan difícil para casi ninguno de nosotros aprender este nuevo lenguaje. Hemos aprendido a leer y escribir un código sumamente complejo, el de nuestro propio idioma. Sí, un idioma está basado también en un código que tiene signos y significados, y relaciones entre cada uno de estos elementos.
Los entrevistados de NOTICIAS POSITIVAS de la semana que pasó lo confirman: hay un mundo digital que nos está esperando. Habrá que hacer el pequeño esfuerzo de comprender cuáles son sus nuevas reglas, incluidas las de convivencia con otros lenguajes, pero a cambio tenemos la promesa, la casi seguridad, de que con él podremos hacer realidad nuestra propia visión del mundo, y colaborar en equipo para solucionar los problemas más acuciantes y, también, para expresarnos mejor y más libremente.