En un momento en que los “métiers d’art” como les dicen los franceses a los saberes ancestrales de los artesanos, están siendo recuperados, reivindicados y repensados, la Argentina no es ajena a este fenómeno. Es el caso de Animaná, una empresa que asume riesgos y compromisos con los principios de la sustentabilidad, trabaja con comunidades locales y sus técnicas históricas, y desafía la industria del lujo en el siglo XXI.
Su fundadora es Adriana Marina, nacida en Santa Cruz, en medio de una estancia patagónica, y rodeada de artesanos que trabajaban las fibras naturales. Allí aprendió que los principios de sustentabilidad que hoy tanto se proclaman son los mismos de los ciclos y de la relación normal con la Naturaleza.
“Al mismo tiempo que nació Animaná, preocupados por lo que había detrás de las etiquetas, iniciamos un trabajo de investigación donde reunimos profesionales y académicos del tema, para transformar esta industria en una plataforma de respeto al medio ambiente. Así nació Hecho por nosotros, una ONG que presido y se dedica a profundizar este tema”, señala Marina.
“Respecto de las prendas, buscamos un producto que tiene las mismas características que cualquier otro, pese a tener toda una historia por detrás. La filosofía de esta empresa B es trabajar con las comunidades autóctonas, con sus capacidades, sus técnicas e iconografías, pero interactuando con diseñadores. Tuvimos la suerte de que Dominique Peclers, fundadora de Trend Peclers en París y pionera en el mundo, se sumara a nuestro proyecto desde el inicio como consultora y eso me ayudó muchísimo”, evoca la emprendedora. Esta experta contribuyó a encontrar un mensaje que trasmitiera lujo y glamour utilizando esas técnicas. Con una pequeña intervención, las prendas dejan de ser étnicas, para transformarse en productos de diseño que pueden usarse en cualquier gran ciudad del mundo, en la vida diaria.
La marca trabaja especialmente con camélidos cuyas fibras, de acuerdo con su hábitat, toman diferentes características. “Utilizamos guanaco, alpaca, llama y vicuña. Nuestros consumidores buscan, por un lado, calidad y en nuestras prendas encuentran satisfechas esa expectativa junto con diseño. Por otro lado, tenemos compradores que se interesan en la historia, quieren saber qué hay detrás del producto”, explica Marina.
Los compromisos con que se maneja Animaná son: comercio justo, uso de materias primas locales y fibras naturales, reciclado de materia, proceso ecológico en la manipulación de los recursos y transformación de las materias primas.
Otros de los principios que respeta la empresa, en esta época en que hay tanto choque cultural y económico entre pueblos autóctonos y megacompañias multinacionales, es la recuperación de técnicas ancestrales, desarrollo sostenible, calidad de la vida de las comunidades y no trabajo infantil. “Respetamos el diseño como una herramienta de desarrollo local y de soluciones al mundo que vivimos”, resume la fundadora de Animaná.