Hace muchos años, quien esto escribe descubrió en un spa de Cancún, México, lo que le pareció una receta maravillosa: agua gasificada helada con unas rodajas de pepino dentro, para rehidratarse, calmar la sed y refrescarse. Tan simple como eso. Y tan antiguo. Como las recetas de la abuela nunca fallan, al poco tiempo “estallaron” las limonadas, los refrescos a base de agua, hojas de menta y jengibre rallado, y por supuesto los jugos energéticos que puede combinar ingredientes tan disímiles como pomelo con apio y ser aun así deliciosos.
Siguiendo esa saludable tendencia y recogiendo la tradición de los sifones caseros, se ha impuesto la costumbre de preparar soda casera y consumirla tal cual o saborizarla o convertirla en jugo de diseño.
¿Las ventajas? El agua gasificada contribuye a producir saciedad y si está acompañando una dieta para bajar de peso reduce el apetito entre comidas. Por otra parte, la variedad de sabores que permite con solo agregar unas rodas de la fruta u hortaliza favoritas, estimula el deseo de hidratarse algo que muchas veces cuesta y es fundamental, sobre todo para quienes entrenan o durante el verano.
Desde el simple hábito de cortar pedazos de fruta y colocarlos en una jarra de agua helada, hasta la realización de refrescos caseros con la ayuda de jugueras tecnológicas que abundan en el mercado, todo contribuye a una hidratación más sana.
Por ejemplo, el desembarco de la empresa SodaStream, fabricante de máquinas que carbonatan el agua se presenta no solo como un aliento a esta tendencia saludable. sino que también aporta su granito de arena al cuidado del medio ambiente y del planeta ya que evita el empleo de botellas plásticas y su desperdicio. Mediante dos conceptos clave, reducir y reutilizar, la práctica de gasificar el agua permite a los usuarios disminuir hasta el 60 por ciento de su huella de carbono –contra el 20% que alcanza el reciclaje tradicional– cada vez que producen su propia soda en lugar de comprarla, dado que una botella reutilizable reemplaza 6 mil envases descartables que demoran más de 450 años en descomponerse en los basurales.
Y los recipientes que se utilizan son libres de BPA, no están fabricados con ningún policarbonato, material o sustancia que produzca emisiones contaminantes, y aseguran un producto amigable para el medioambiente.
El agua, entonces, es un elemento indispensable para la vida y también para disfrutarla, en una alianza entre lo saludable y lo sabroso.