Antoine de Sain-Exupéry, el autor de El Principito (1943), cuenta precisamente cómo tuvo un encuentro casi mágico en un campo de Concordia, después de una avería de su avioneta, con dos criollitas francesas que vivían en el Castillo San Carlos, a orillas del río Uruguay.
N+: -¿Tu película narra un momento de inspiración de Saint-Exupéry, no es cierto?
Nicolás Herzog: -Es probable, sí, que esta historia haya sido el germen de El Principito. Es un poco la hipótesis que nosotros transitamos en la película, porque es en realidad un punto de partida. Es una leyenda popular en Concordia, la ciudad de mi infancia, y es un mito que me acompañó, y nos acompañó a todo,s durante muchísimos años de la vida.
-Además, Saint-Exupéry escribió particularmente sobre esa historia, porque él las llama «las princesitas».
-Entre 1929 y 1930, él está en la Argentina como presidente de la Aeroposta Argentina, una sucursal de la compañía aeropostal francesa. Forma pilotos argentinos, y entre muchas otras cosas abre muchos caminos de postas en la Patagonia y empieza a trabajar con Chile. También empieza a ver postas entre Buenos Aires y Asunción del Paraguay. La leyenda dice, y hay también documentación que lo acredita, que en uno de esos viajes a Asunción tiene un desperfecto en el avión y tiene que aterrizar en las afueras de Concordia, en el norte de Entre Ríos, en un predio muy grande de casi 100 hectáreas frente al río Uruguay. Tiene un desperfecto, y atraviesa su rueda en una vizcachera, una zona muy selvática, y se le aparecen dos chicas de 12 y 16 años, a caballo, que hablaban francés. Saint-Exupéry se sorprende por esto, y los padres de las chicas, que eran de una familia francesa que vivía en un palacio, el Palacio San Carlos, que había sido construido 50 años antes por otro francés, lo llevan a permanecer una estadía en el castillo durante algunos días. De esa experiencia de vida, sobre todo de su encantamiento con las chicas, él escribió un libro que se llamó Tierra de Hombres (1939), cuyo capítulo «Oasis» hace referencia a «las princesitas argentinas». Es una historia muy entrañable, amorosa, a tal punto que en la última frase del libro él deja picando algo de misterio de amor que podría haber sucedido, muy platónico.
Muchos aseveran que ese capítulo fue la antesala de lo que después fue El Principito. Y hay un material, que nosotros tomamos en la película -porque es una película que transita un poco los límites entre la ficción y el documental-, que es el punto de partida y que estructura esta película como una historia de amor. Se trata de unos audios en disco de pasta que Saint-Exupéry le envía a Jean Renoir en 1941, ambos en EE. UU., exiliados durante la Segunda Guerra Mundial, y en esos audios, que eran parte de un tratamiento para un guión de una película que iba a filmar Renoir y que nunca se llego a filmar, él le va contando un poco la adaptación que haría sobre Tierra de Hombres. Entonces, la historia de «Oasis», esta relación con las chicas, se transforma en un punto central de esa película, porque él la estructura como una historia de amor entre un piloto y una chica litoraleña francesa que vivía en un castillo, etc.
-La película muestra además la relación que hay entre Francia y la Argentina.
-Es una película que está construida como espejos. Hay una frase al comienzo de la película que dice, hablando un poco del Palacio San Carlos, que está construido como espejo de un palacio francés estilo Luis XV. Entonces, la idea nuestra era, por un lado darle la voz a distintas expresiones culturales y sociales de la ciudad para ver qué es lo que ha pasado a lo largo del tiempo con este mito, esta transmisión oral de esta historia, pero por otro ir a Francia y ver qué había también de toda esta infancia de Saint-Exupéry que le había inspirado cuando llegó a ese lugar. Entonces, la película se construye como espejos.
Hay toda una etapa en Francia donde entrevistamos y filmamos a los descendientes de Saint-Exupéry, vamos a Saint Maurice, que es el pueblo de su infancia, y nos encontramos con que vivió gran parte de su infancia también en un castillo, en un palacio de similares características al de Concordia. Y también que vivía en una familia grande y aristocrática, en un ámbito muy femenino, con muchas hermanas y niñeras. Seguramente cuando llega a Concordia las chicas le remitían a sus hermanas, y también el ambiente salvaje parecido al que él vivió en su infancia. Había un poco de sublimar esa experiencia, y El Principito es también él mismo en su infancia. La hipótesis es la siguiente: si durante 1941, cuando escribe El Principito, también estaba desarrollando esta película, evidentemente las dos tramas estaban jugando algo en su momento, en su vida. Y constituirse también como un personaje pequeño le da la posibilidad ficcional de poder enamorarse libremente… Hay un puente muy extraño y misterioso que la película transita y deja abierto para que cada uno tenga su propia interpretación.
-La película está teniendo gran éxito en Concordia, en el cine Odeón, y los chicos de las escuelas están viendo esta película. Además, la gente de Entre Ríos se siente muy identificada con la historia.
– También está la Escuela de El Principito, que como institución recupera gran parte de esa leyenda, y la obra y el legado de Saint-Exupéry. También están el carnaval, el teatro, las expresiones artísticas. Nosotros, que para acompañar esos audios tan valiosos que estuvieron durante 50 años en la Fundación Renoir, hicimos una especie de falso documental, con dos actrices, como si fuese una película familiar del 30, con secuencias dramáticas con dos actrices también concordienses, que ayuda un poco a forzar estos límites entre ficción, documental, posibilidad de inspiración, documento, misterio, amor, y todos los temas que la película atraviesa. Además, tenemos las voces de las princesitas de más grandes, con 50 años, que también es un material exclusivo.
-Ese material exclusivo llama la atención, porque hay un señor francés que va a verlas, que va a reconstruir la historia. ¿Cómo se conservó eso?
-Ese señor francés en realidad es Didier Daurat, jefe de la Compañía Aeropostal Francesa, y jefe de Saint-Exupéry, que años después, en 1964, junto a un grupo de documentalistas franceses (y apoyado por la compañía Air France, de la cual había sido director) emprenden un viaje que lo lleva desde Toulouse hasta San Luis de Senegal, cruzan el Atlántico hasta Natal, Río de Janeiro, Montevideo, la Patagonia, Buenos Aires y Concordia, que era un poco la ruta de la Aeropostal. Cuando llegan a Concordia, van al castillo San Carlos, en ese momento ya en ruinas, y entrevistan a Edda y Suzanne Fuchs durante varios días, y eso formó parte de un documental que se llamó Tierra de Hombres. Durante mucho tiempo permaneció en las manos y en la casa, en una lata de 16 mm, de uno de los sobrinos de las princesitas, y ese material lo restauramos también y lo utilizamos en la película.
-Es increíble como se guardó toda la documentación. Hubo mucho amor de todos los participantes.
-Es una historia de amor que vincula a Saint-Exupéry con ese lugar, con ese espacio. Y gran muestra de eso lo da la recepción que hemos tenido en la ciudad con respecto a la película. Se estrenó con una sala de 600 espectadores llena, y estuvo en cartel toda la semana. Ahora empezamos con funciones para escuelas, también a sala llena. Es una historia que es un imán para toda la comunidad local, hay algo mágico y místico que rodea la historia. Indudablemente, el Palacio San Carlos, en las afueras, en una colina sobre el río, generó siempre una cosa muy magnética con todo el pueblo concordiense.
-Me parece que acá hay un tema de biodiversidad cultural, de cómo un piloto francés hace toda una construcción comercial, pero que en realidad era un gran escritor que tiene una obra muy importante escrita. Además, agrega una última cuota de misterio porque él se pierde en su avión durante la Segunda Guerra Mundial. Se perdió en el aire, se fue… Está como prenunciado en El Principito ese final.
-Sí, de hecho apareció el avión y no apareció la persona. Y no solo en El Principito está prenunciado, sino en gran parte de su obra el anticipo de su muerte es un tema muy importante. Está en Vuelo Nocturno, en Tierra de Hombres, en Piloto de Guerra. Y también un poco el tema del refugio en el lugar está presente en Citadelle. Es un tema que lo inspiraba mucho.
El tenía una personalidad, como todos los pilotos pioneros de la época, muy arriesgada, y un afán muy fuerte de comunicación entre las personas. Por eso lo marcó mucho su viaje por la Argentina, sobre todo por lo que pasó en la Patagonia: el conectar pueblos de la Patagonia fue, me parece, una experiencia que no volvió a tener. Sí en parte en África, pero aquí fue muy fuerte porque él, aparte, con 28 años, fue director de una empresa muy importante.