x Connie Hedegaard, Ministra para la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas en Copenhague
Hay momentos en la historia en los que el mundo puede escoger ir por caminos diferentes. La Conferencia COP 15 sobre el Cambio Climático en Copenhague es uno de esos momentos decisivos. Podemos optar ir por el camino hacia una prosperidad verde y un futuro más sostenible. O podemos escoger el camino del estancamiento y no hacer nada acerca del cambio climático dejando una cuenta enorme para que la paguen nuestros hijos y nuestros nietos. En realidad la elección no es tan difícil.
El objetivo del Gobierno danés es claro e inequívoco. Estamos trabajando para conseguir un acuerdo ambicioso y global que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero y aporte adaptación, tecnología y financiamiento. Además, Copenhague debería incluir una fecha límite para la firma de un acuerdo jurídicamente vinculante. Y debería poner al mundo en un camino hacia la limitación del aumento de las temperaturas en el siglo XXI a dos grados Celsius.
El mundo está observando. Durante este último año hemos visto una movilización popular sin precedentes. Estudiantes y catedráticos, líderes sindicales y directores generales, políticos y organizaciones de base, científicos y líderes espirituales. Gente de todas las partes del mundo, de todas las profesiones y condiciones sociales ha levantado su voz pidiendo que actúemos ya. Uno de los principales canales del Gobierno danés, en sus esfuerzos por llegar al público, ha sido la página web COP15.dk que ha generado una cantidad de discusiones sin precedente, noticias y una clara elección en cuanto a dónde obtener las últimas noticias sobre el cambio climático y el proceso político.
Para el Gobierno danés ha sido una prioridad esencial el asegurar que se oiga la voz de la gente. Durante todo el pasado año hemos intentado implicar al público global. Y continuaremos haciéndolo hasta el último minuto. ¿Por qué? Porque creemos que la cuestión del clima es demasiado importante para dejarla sólo a los políticos y a los negociadores especializados. Y porque creemos que la presión pública es necesaria para hacer comprender a los líderes que deben aportar medidas concretas y que deben hacerlo ahora. En otras palabras, hemos tratado, deliberadamente, de subir tánto el precio de no llegar a un resultado concreto, que ningún gobierno puede afrontar el pagarlo.
No será fácil llegar a un acuerdo ambicioso en Copenhague. En un escenario en el que 193 Partes necesitan ponerse de acuerdo, la lista de cosas que pueden ir mal no tiene fin. Sin embargo pienso que todavía es posible.
En las últimas semanas, los países han ido dando un paso adelante casi día a día. Noruega reducirá sus emisiones en un 40% en 2020. Corea del Sur reducirá en un 30% de lo previsible en la situación actual. Rusia ha aumentado su compromiso y ahora reducirá hasta un 25%. Y también están Brasil, Japón, Indonesia y México.
El Presidente Obama ha anunciado los objetivos de EE UU, no sólo para 2020, sino más notablemente para 2025 y 2030. Un 4% por debajo de 1990 quizá no sea lo que el mundo ha estado esperando, pero EE UU parece saber que el precio por llegar tarde es que el camino de las reducciones depués de 2020 será mucho más empinado, con un 18% por debajo de los niveles de 1990 en 2025 y un 32% en 2030..
Es también algo nuevo y esperanzador que China haya dado un paso adelante a nivel internacional. Debemos analizar más cuidadosamente en lo que se traduce el anuncio chino cuando se llegue al porcentaje de reducción de lo previsible en la situación actual.
A mi modo de ver ello muestra que la fecha límite funciona. Los líderes mundiales se están dando cuenta de que el precio político de no llegar a resultados concretos es demasiado alto. Se están dando cuenta de que para los pobres granjeros de Mali, que están sufriendo sequías y lluvias repentinas, y para los habitantes de las islas del pacífico, cuyos hogares están desapareciendo bajo las olas, no hay ninguna explicación plausible para el fracaso.
En 2007 el mundo decidió hacer de Copenhague 2009 la fecha límite. Las cuestiones que quedan ahora son políticas. ¿ Cumplirán los ministros y los líderes mundiales sus promesas? ¿Se decidirán por la acción y no por el estancamiento?
Y yo les digo: ¡Se acabó el tiempo! Hemos tenido suficientes llamadas de aviso. Y hemos ido parando el botón de repetición de estas llamadas demasiadas veces. Podemos hacer de Copenhague el momento decisivo que el mundo está esperando.
¡Hagámoslo!