Las Mesas Redondas para el Diálogo son una sencilla herramienta cívica y democrática para garantizar una comunicación eficaz.
Heiner Benking, un ingeniero alemán especializado en cibertecnología, las implementa con éxito en diferentes encuentros internacionales. Dedicado durante los últimos 20 años al desarrollo de instrumentos educativos interculturales y a impulsar el trabajo en red -sobre todo con los más jóvenes-, explicó a N+ cómo estas Mesas Redondas del Diálogo proponen un sistema simple pero capaz de transformar una extensa sesión de oratoria monopolizado por unos pocos expositores en un espacio de diálogo abierto y democrático.
Los alemanes lo llaman Stammtisch, es decir, un círculo de conversación que garantiza que todos tengan la palabra, y donde el tiempo, el espacio, las expectativas y la audiencia van definiendo el tema y su duración; no una agenda preestablecida por un moderador.
Cómo funciona
«Los oradores componen la agenda y el tiempo que se le dedicará a cada tema según la votación de todos, expresado en fichas que representan unidades de tiempo», contó Benking.
Los participantes reciben una misma cantidad de fichas que simbolizan unidades de tiempo iguales y preacordadas (en lugar de fichas pueden utilizarse piedras, por ejemplo) que sumarán el total de tiempo que durará la reunión; una ficha por minuto y 7 fichas para cada participante, podría ser un caso.
Cada uno se presenta al grupo describiendo en una unidad de tiempo el tema del que le gustaría hablar y la ficha utilizada se ubica en el centro de la mesa: simboliza un tiempo que ya pasó. Todos interactúan otorgando fichas de tiempo al orador que más interesa, impulsándolo a seguir o a dejar su exposición.
Para Benking, «contar con tiempo limitado hace que mucha gente tome conciencia de lo que efectivamente puede expresarse en 2 o 3 minutos y descubra la relevancia de una charla estilo ping-pong donde se escucha al otro permanentemente y se enriquece el discurso de los participantes».
La famosa economista y futuróloga Hazel Henderson definió esta modalidad como un «invento social», y Marilyn Wilhelm, educadora y autora de Education: The Healing Art, como «una forma de diálogo civilizado, que debería ser implementado tanto en escuelas como en espacios de toma de decisión».
Las sociedades, según Benking, se rearmarán buscando su lugar en el nuevo paradigma global. «Sin dudas, es un buen momento para aprender a escucharnos y ésta podría ser una de las maneras».
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