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Pedro Tarak es abogado, se dedicó al derecho ambiental y luego decidió enfocarse en la promoción de las nuevas economías porque consideró que “en la economía están los puntos de acupuntura para mayor impacto en cualquier iniciativa de cambio”. Además, posee una gran trayectoria en el ámbito de la RSE, fue cofundador de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), además de primer presidente internacional de la Fundación Futuro Latinoamericano (Quito), primer representante de AVINA en América Latina, cofundador de Emprendia (Buenos Aires) y cofundador de Sistema B (Santiago de Chile), entre otras actividades. NOTICIAS POSITIVAS mantuvo con él una extensa entrevista, en Radio Palermo, en la cual se abordaron aquellos cambios necesarios y posibles para vivir mejor.
Para el doctor Tarak, lo correcto no es hablar de Nuevas Economías, sino de tránsitos hacia las Nuevas Economías. En este sentido, es fundamental lograr un equilibrio entre la Tierra y el mundo, es decir, entre la naturaleza y la humanidad. “Mundo y Tierra son dos conceptos -explicó Tarak-, la Tierra como planeta existió desde su creación, pero la humanidad (el mundo) nace no hace mucho en términos geológicos. El ser humano, todos nosotros, vivimos en esta dualidad. Biológicamente somos parte de la Tierra, somos parte de un sistema de vida. Pero culturalmente aspiramos a trascender la Tierra. Este sentido trascendental está en todas las religiones, en todas las filosofías. Lo fundamental es recordar esta dualidad, porque al no entenderla provocamos la crisis (económica, mental y social) en la que vivimos. Nos olvidamos permanentemente de que somos parte de la Tierra. El desafío es que converja el éxito en las economías de las empresas con el éxito de la sociedad en la Tierra”.
En la actualidad, esta situación nos presenta datos muy contundentes: “En 1985 la Tierra y el mundo coincidían en su convivencia, el mundo consumía de la Tierra los recursos naturales para los 4300 millones de personas que éramos. En noviembre de 2011 ya estábamos consumiendo el 50 por ciento más de la capacidad biológica de la Tierra para regenerarse. Esto significa algo muy contundente: si seguimos así, del mismo modo que estamos consumiendo y, por lo tanto, del modo en que estamos produciendo y organizados económica y socialmente, en 2050 vamos a necesitar casi dos planetas y ¾ para poder seguir siendo mundo”. Esta situación es ilógica, tanto conceptual como biológicamente. Frente a un dato tan preciso, las economías comienzan a transitar hacia aquello que nos permite superar o revertir esta situación.
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En lo vinculado al cambio climático hay un tránsito de una economía centrada en los hidrocarburos hacia una economía basada en las energías renovables. “El tránsito todavía no tiene ritmo, está ocurriendo pero todavía no hay una velocidad constante para estar tranquilos. El número de empresas que comienzan a desarrollar sus productos basados en las energías renovables está creciendo enormemente, pero aún falta mucho”. Otro dato alentador es que los créditos de los organismos multilaterales de financiamiento para producir con energías renovables siguen aumentando año tras año.
En cuanto al tratamiento de los residuos, también se vislumbra una transición: “Venimos de una lógica en la que usamos algo, no nos sirve más y lo tiramos. Pero estamos transitando hacia una lógica donde el residuo pasa a ser recurso. Necesitamos sacarle la presión a la Tierra de usar los recursos naturales y reemplazarlos por los recursos que nosotros mismos generamos (residuos). Ahí empieza otra economía. Los materiales de un producto que se descarta pasan a ser otro producto”. De este modo, todo se transforma en insumo primario de un proceso productivo.
Una tercera categoría en la cual es necesario un tránsito, es en la “lógica de reemplazar la biodiversidad y los ecosistemas por aquello que nosotros entendemos como fácil. Por ejemplo, tenemos una selva, la desmontamos y plantamos pinos, eucaliptos, plantamos soja y todavía no hemos entendido cómo seguir manteniendo los servicios ecosistémicos, la lluvia, el sistema de regulación de las inundaciones, la polinización, diversos servicios que nos dan los ecosistemas y la biodiversidad. Así, todavía no sabemos cómo transitar hacia una producción agrícola que combine las dos. Sabemos en el sentido científico cómo hacerlo, pero ese va a ser otro tránsito más lento hacia una economía que combine la biodiversidad y los ecosistemas con la producción de alimentos y fibras”.
Empresas B
De la mano de este tránsito hacia una nueva economía, existe un nuevo modelo de empresa que sigue esta línea, las Empresas B que desde su propia misión persiguen no sólo resultados económicos, sino también sociales y ambientales.
En estos casos, el negocio hace combinar un objetivo público, ya que es una necesidad de todos, con los objetivos específicos de una empresa. Este proyecto de empresas, que ya tiene 5 años, cuenta en la Argentina con más de 70 compañías con el proceso de certificación B.
Tarak es uno de los impulsores de este modelo y sostuvo que una de sus particularidades es que “una vez que uno certifica su empresa tiene que incorporar a sus documentos legales el compromiso. No es una estrategia de RSE sino que está pensado para aquellos que voluntariamente quieren iniciar este camino y lo incorporen legalmente en sus documentos, estatutos, acuerdos de socios, etc. Esto no es una utopía, es la iniciativa de personas que creemos que los rumbos de las personas en la Tierra tienen que transformarse”.
Otro aspecto destacable de esas empresas es que el objetivo no es sólo el tema ambiental, “tiene que ver también con la inclusión social. El lucro deja de tener una centralidad como en las SA y SRL para la toma de dediciones y pasa a ser un indicador o un instrumento. El para qué es social y ambiental, y es lo central, y el lucro cumple un rol importante porque sin ese lucro no se puede lograr el objetivo”.
En NOTICIAS POSITIVAS, está la nota sobre el caso de una empresa B, Guayakí, cuyo modelo de negocio es la Restauración del Bosque Orientada por el Mercado.
+ INFO: www.sistemab.org