La utilización de sustancias químicas, creadas por el hombre y en muchos casos perjudiciales para el ambiente y la salud humana, ha crecido fuertemente en los últimos años en toda la cadena de producción. El uso de estos químicos en los procesos productivos genera contaminación de suelo y agua cuando se liberan al ambiente y ponen en riesgo el acceso al agua, la seguridad alimentaria y la salud de la población.
En muchos casos se reconoce que determinadas sustancias son perjudiciales para el ambiente y la salud humana pero no se analizan los impactos de las nuevas sustancias que se introducen en reemplazo de ellas, que finalmente pueden ser iguales o peores.
De acuerdo con un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) Perspectivas de los productos químicos a nivel mundial:
- Hay aproximadamente 140.000 sustancias químicas en el mercado, pero solo se ha hecho una evaluación exhaustiva de una fracción para determinar sus efectos en la salud humana y el ambiente.
- Las ventas mundiales de productos químicos van a aumentar alrededor de un 3 por ciento al año hasta 2050.
- La situación es grave porque hoy existe una transferencia de producción, uso y eliminación de los productos químicos desde los países desarrollados a países con economías emergentes y países en desarrollo, donde la normativa y los controles suelen ser menos estrictas.
- África y Oriente Medio registrarán un incremento de un promedio del 40 por ciento en la producción de productos químicos y en América Latina será de un 33 % entre 2012 y 2020.
Frente a esto, el organismo destaca que en los últimos años las convenciones internacionales, algunos gobiernos y empresas han avanzado en mejorar la gestión de los productos químicos, que en muchos casos se están eliminando a través de regulaciones y programas de producción más limpia pero que todavía deben mejorar. De hecho, en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de 2002 en Johannesburgo, los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas establecieron la meta de que, para 2020, los productos químicos se produzcan y utilicen de forma que reduzcan al mínimo los efectos negativos sobre la salud humana y el ambiente.
En la Cumbre de Río+20, los países reafirmaron su compromiso de evitar el vertido ilegal de desechos tóxicos, desarrollar alternativas más seguras a las sustancias químicas peligrosas en los productos y aumentar el reciclado de residuos, entre otras medidas.
Un ejemplo reciente es el Bisfenol A, sustancia que se utiliza especialmente en la fabricación de plásticos y envases de alimentos. Hace algunas semanas, la Agencia Europea de Sustancias Químicas la incluyó como sustancia de alta preocupación por afectar el equilibrio hormonal en los humanos y por ese motivo debe ser reemplazada en el futuro.