MADRID.- El progreso alcanzado por Colombia con la utilización del desarrollo rural como instrumento para conquistar la paz después de más de medio siglo de guerra civil pueden «llenar al mundo entero de esperanza y de enseñanzas», según el director general de la FAO, José Graziano da Silva.
«El único camino hacia la paz es el camino del diálogo, la negociación, la cooperación, la inclusión y la equidad, que es también el camino hacia el desarrollo sostenible donde nadie se quede atrás», dijo Graziano da Silva. «Todo el mundo espera que lo que está sucediendo en Colombia pueda ser un ejemplo para otros lugares del mundo».
La FAO está trabajando con organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil y proporciona asesoramiento técnico a tres nuevas instituciones: la agencia nacional de tierras, la agencia de desarrollo rural y la agencia para la renovación del territorio.
Tras 53 años de conflicto armado en Colombia, las tierras, las prácticas agrícolas y los medios de subsistencia de la población quedaron gravemente afectados. Por ello, el gobierno está implementando más de 80 leyes especiales y numerosos programas para poner en marcha el acuerdo de paz, que incluyen planes de electrificación rural, reconversión laboral y programas de apoyo a los ingresos económicos de los ex miembros de las milicias, e incentivos fiscales para empresas que construyan infraestructura pública.
El plan integral de reforma del gobierno colombiano aspira a beneficiar a unos 14.000 pequeños agricultores. “En la zona rural fue donde se desarrolló el conflicto y, debido al conflicto, las oportunidades de los colombianos que viven en estas regiones son muy inferiores a las de los colombianos que viven en las ciudades”, señaló el ministro para el Posconflicto, Derechos Humanos y Seguridad, Rafael Pardo, que ha sido un actor fundamental para la paz en el país.
El ministro destacó que, gracias a su “amplísima experiencia y presencia en Colombia”, la FAO será la encargada de hacer el “acompañamiento fundamental a todo el desarrollo rural durante los 15 años de implementación del acuerdo”.
Pardo también destacó la creación, con la ayuda de la FAO y otras instituciones, de un catastro para la formalización de tierras. Las cuestiones relativas a la tenencia de la tierra son fundamentales para reactivar el enorme potencial agrícola de un país que sólo utiliza una cuarta parte de su superficie agrícola cultivable, en cuyo campo el conflicto desarraigó a millones de hogares y donde, a pesar de claros esfuerzos, todavía existe un extendido cultivo de coca.
El ministro describió los programas del Gobierno colombiano para incentivar a los agricultores a abandonar el cultivo de la hoja de coca y a sustituirlos por cultivos alternativos, confiando en que más de 50.000 familias se sumen a estos planes antes de finales de año.
El ejemplo de Colombia para otros países en conflicto
Lo más importante de la lección del acuerdo de paz colombiano, dijo Pardo, es que va mucho más allá de los temas tradicionales de un acuerdo de paz: desmovilización, desarme y reintegración (DDR). En su opinión, el acuerdo de paz en Colombia es un acuerdo “comprensivo” que pretende “transformar la vida rural y mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las zonas rurales dispersas”.
El ministro también destacó el estrecho vínculo entre paz y seguridad alimentaria. “Es uno de los requisitos fundamentales para que haya paz en las regiones más pobres del planeta. Una población que no tiene garantizada la seguridad alimentaria no tendrá posibilidades de paz”, añadió.
+ INFO: La FAO en Colombia; Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe
FOTO: José Graziano da Silva, director general de la FAO (izquierda) y Rafael Pardo, ministro para el Posconflicto de Colombia. ©FAO/Carlo Perla