A nivel mundial se estima que 1300 millones de toneladas de alimentos son desperdiciadas o desechadas anualmente [1], un derroche inaceptable si consideramos que casi mil millones de personas pasan hambre en el mundo. Cuando hablamos de “pérdidas” nos referimos a lo que se pierde o se estropea antes de llegar a su etapa de producto final. Se pueden perder en la recolección, el almacenamiento o el transporte. El “desperdicio” está referido al descarte del producto por el minorista o el consumidor.
La pérdida y el desperdicio de alimentos aumentan los precios para los consumidores e impactan negativamente en la nutrición y la salud de las poblaciones. No solo es una cuestión ética de tirar a la basura lo que otros necesitan, sino también tiene altos impactos ambientales y económicos. Las pérdidas por los alimentos que desperdiciamos se estiman en 940.000 millones de dólares al año a nivel mundial[2].
Los residuos orgánicos está siendo una preocupación a nivel mundial y tema de agenda de los diferentes Estados. Recientemente, la Comisión de Ambiente de la Eurocámara aprobó una serie de medidas destinadas a reducir al 50 % los residuos de alimentos para 2030. Para implementar esta reducción, los eurodiputados proponen levantar las restricciones existentes a las donaciones de alimentos. Rever la eliminación de ciertas fechas para productos que no representan riesgo para la salud pública, como así también estudiar las exenciones fiscales por donación de alimentos.
En la Argentina se desecha un 12,5 % de lo producido en el país [3], por lo que, semanas atrás, se conformó la Red de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, con el objetivo de intercambiar información y experiencias de las cámaras, empresas, municipios y organizaciones de la sociedad civil. Además, promover un marco legal que favorezca la donación de alimentos.
No solo se pueden prevenir las pérdidas y desperdicio de alimentos, existen también enormes desafíos en el aprovechamiento de los restos de alimentos. El orgánico generado diariamente puede volver a la biosfera para recuperar los suelos rurales degradados. Los nutrientes de nitrógeno, fósforo y potasio recuperados de los residuos orgánicos podrían aportar 2.7 veces más nutrientes que los fertilizantes sintéticos [4].
Los niveles de recupero de la fracción orgánica a nivel mundial varían de acuerdo con las ciudades, pero en general son muy bajos, lo que indica una gran oportunidad a futuro. Tanto el aprovechamiento de los nutrientes de los lixiviados del residuo orgánico como el biosólido a través del compost o la recuperación de energía pueden compensar los costos operativos del tratamiento de los residuos, generar ingresos, aumentar la participación de las energías renovables y reducir las emisiones de GEI.
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[1] http://www.fao.org/food-loss-and-food-waste/es/
[2] BILJANA BORZAN (EURODIPUTADA): “EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS CAUSA UNA PÉRDIDA ECONÓMICA DE 940.000 MILLONES DE DÓLARES AL AÑO” en http://www.residuosprofesional.com/biljana-borzan-desperdicio-alimentos/?platform=hootsuite
[3] http://www.lanacion.com.ar/2011599-ofensiva-nacional-contra-el-desperdicio-de-comida-se-tira-el-125-de-lo-producido
[4] ELLEN MACARTHUR FOUNDATION, Urban Biocycles, marzo 2017.