La economía circular, un concepto tan en auge en los últimos tiempos, se presenta como un nuevo modelo donde prima la reducción, la reutilización y el reciclaje de los elementos. Sin embargo este concepto estrechamente ligado al aprovechamiento y gestión de los residuos, es un emprendimiento mucho más amplio que involucra principalmente al sector productivo para, nada más ni nada menos, que cambiar nuestros modelos de producción y consumo.
El paradigma del actual modelo económico, línea de producción, consumo, descarte, se está agotando. Actualmente nuestro consumo está superando la capacidad regenerativa de la tierra, conocido como bio-capacidad. A nivel mundial el nivel de consumo representa 1,5 planetas[1] y si continuamos con la actual demanda para 2030 estaríamos consumiendo dos planetas. En ese sentido, el modelo de economía circular plantea un sistema similar al de la naturaleza, donde nada se pierde, todo se transforma y se regenera.
La economía circular es reparadora y regenerativa, y pretende que los productos y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento, de esta forma lo que se produce se mantiene en el sistema reutilizado, reparado o refabricado, cuando hablamos del ciclo técnico. Debemos aclarar que la economía circular distingue entre el ciclo técnico y el biológico, este último refiere a regeneración, como por ejemplo el aprovechamiento de los residuos orgánicos en compost o biogás, y el técnico es recuperador o reparador aprovechando o ensamblando productos o en nuevos productos.
Este sistema interpela a la industria directamente, ya que no está pensado como un modelo de gestión de residuos, sino más bien como un modelo de producción sin residuos, esto quiere decir que lo que no pueda ser recuperado, restaurado o reciclado en un nuevo proceso productivo, no debiera directamente producirse, tal es el caso de diseñar sin tóxicos.
Sin embargo, la economía circular no tiene solo una mirada ambiental, es una perspectiva mucho más amplia que apunta al crecimiento económico, a repensar el sistema y aprovechar la revolución tecnológica para generar oportunidades de negocios con mayores ingresos a partir de reducir los costos de producción, desde la utilización más eficiente y productiva de los insumos.
En esta perspectiva es clave el avance y uso para la producción de las energías renovables. A su vez, esta regeneración e innovación industrial es un potencial de creación de empleo ya que apunta al reciclaje de alta calidad y a la refabricación que demandará intensidad en la mano de obra.
Además, uno de los puntos focales de este nuevo paradigma radica en la economía de la funcionalidad, esto quiere decir privilegiar el uso frente a la posesión, la venta de un servicio frente a un bien. Cambiar el modelo de negocio, pasando de “consumidor” a “usuario”, es así que ya muchas empresas dejan de vender un producto para alquilarlo o dar un servicio.
Hoy en día muchas empresas se están sumando a esta modalidad también llamada de consumo colaborativo. Alquilar y compartir el auto; tiendas que ya no venden prendas de bebé y en su lugar alquilan un servicio de vestuario para recién nacidos. Grandes empresas de muebles que ofrecen servicios de reparación y restauración para dar continuidad a los objetos. Fabricación de luminarias sin obsolescencia programada. La producción de energía a partir del biogás de los residuos agroindustriales.
En fin, si miramos a nuestro alrededor, cada día proliferan más negocios pensando en el ambiente, en lo social y la rentabilidad económica, este es el gran universo al que apunta la economía circular.
[1] WWW, Informe Planeta Vivo, 2014.