NOTICIAS POSITIVAS entrevistó en Radio Palermo a Leonardo Báez, director de Comunicaciones Internacionales de la organización TECHO, para hablar sobre el rol de los comunicadores y de los periodistas en particular al tocar temas tan sensibles como la pobreza extrema y la situación de muchas personas en nuestro país y en la región.
Hoy, con 20 años de existencia, la organización ya ha movilizado a más de un millón de voluntarios en toda América Latina para construir un mundo más justo y solidario.
N+: -TECHO ha logrado una gran adhesión de la gente en temas que son de los más difíciles, ¿no es así?
Leonardo Báez: -Hoy uno de cada cinco latinoamericanos vive en villas, que nosotros llamamos asentamientos populares, y es una problemática urgente y también sumamente estigmatizada. Hoy, sin embargo, vengo a conversar sobre el rol que tenemos los ciudadanos, pero también los periodistas y quienes tenemos una función pública y de comunicación, en cómo hacemos para construir otros escenarios para esta temática. Queremos modificar los preconceptos que primero aparecen cuando se habla de villas o de asentamientos. Me refiero a los preconceptos de que la gente que vive allí es vaga, violenta, delincuente. La idea es tratar de construir otros escenarios posibles.
-Esta semana Unicef presentó una «Guía para periodistas para fortalecer los derechos de la infancia en los medios». TECHO, en 2015, había publicado digitalmente las «recomendaciones para el abordaje periodístico de los asentamientos informales». Hoy, con las redes sociales, en donde cualquiera puede ser comunicador, ¿cómo hacemos para que el mensaje sea lo más acertado posible?
-Desde TECHO hemos construido una visión al respecto: estamos inmersos en un nuevo paradigma, en el que todas las personas, con el simple hecho de tener acceso a un celular, estamos en condiciones de poder generar contenidos, de ser un prosumidor. Todos podemos generar opinión, y mucha gente, que quizás no tuvo la formación para ser periodista, tiene sus seguidores, sus comunidades y genera opinión.
Por eso, creemos que hoy este manual de recomendaciones aplica para cualquier persona que genere contenidos. Y hay que traer a colación un concepto muy importante que es el de la contextualización (probablemente los periodistas son quienes más habilidad tienen): nosotros recomendamos poder hacer un análisis más amplio, en donde se pueda diversificar las fuentes, y no solamente poder utilizar fuentes judiciales, sino también sociales, económicas, políticas. La idea es poner a conversar distintos tipos de fuentes y a esto se le suma algo que para nosotros es primordial, que es ir al terreno. Eso permite al comunicador estar en contacto con las historias, poder conocer dónde la gente vive. Y poder romper así con esta idea de que siempre voy a abordar el tema de las villas o los asentamientos cuando hay hechos de violencia. Queremos que se muestren historias de solidaridad, de cómo la gente se organiza y qué hace para salir adelante con su barrio.
Quiero compartirles una historia que me tocó vivir en el asentamiento 7 de Diciembre en Montevideo, Uruguay: la comunidad, luego de muchos años de trabajo, logró las soluciones de saneamiento. Esto implico involucrarse con gobiernos, buscar financiamientos a través de empresas privadas y organizar a la comunidad para definir aquello como una prioridad en el barrio. Mi pregunta es: ¿estamos mostrando este tipo de historias?
-Este manual de TECHO es de 2015, por lo que quizás ya tuvieron alguna experiencia al respecto. ¿Cuál sería hoy, en 2017, el balance?
-El fenómeno es complejo. Hay un grupo de periodistas que ya vienen con la vocación, y en ese sentido ustedes, desde NOTICIAS POSITIVAS, son un ejemplo de eso. Con ese tipo de periodistas hemos tenido gran aceptación, pero también hay un fenómeno muy relevante: hay muchos periodistas que sí buscan promover este enfoque de derechos humanos, de ir al terreno, de contextualizar, pero muchas veces pareciese que este tipo de noticias con este enfoque no son las que más impacto generan, y a veces dentro de las redacciones o dentro de los medios se cortan estos temas. Esto es una reflexión que surgió también en la presentación de la guía de Unicef.
-Un periodista, como va a ser el mediador entre una realidad y un público que quiere saber sobre esta realidad, debe estar informado.
-Definitivamente. Quiero poner en perspectiva un aspecto importante y es el de la responsabilidad que tenemos los comunicadores y periodistas. Porque desde nuestra organización creemos que todos los actores tienen un rol en el combate a la pobreza, a la desigualdad y que todos somos constructores de estas soluciones.
La pregunta es: ¿con qué tipo de ladrillos vamos a construir los periodistas este mundo al que estamos aspirando? Esos ladrillos pueden ser fuentes diversas, una buena contextualización, una profundización de los temas, detenerse en conceptos más incluyentes, evitar usar la palabra «pobre» que es estigmatizante.
¿Qué tal si decimos que es una persona en situación de pobreza, que puede salir adelante? Por esto, nosotros celebramos experiencias como NOTICIAS POSITIVAS en donde se busca contar historias de superación, de cambio.
-Lo que uno debe hacer como periodista es tratar de no reproducir los esquemas de prejuicio de la sociedad a la que pertenece, porque si no, no va a informar bien.
-En ese sentido, nosotros sabemos que el contexto del trabajo del periodismo hoy ha cambiado: mucha vorágine, poco tiempo, entorno digital, precarización laboral. Y en eso justamente este Manual de recomendaciones, como también lo es la experiencia de Unicef, busca ser una contribución entendiendo que hoy el contexto es complejo para los comunicadores sociales. Queremos que haya aportes significativos desde los medios de comunicación.
-Cuando uno va al lugar de los hechos puede informar luego desde la experiencia y emoción personal. Eso es algo que en el periodismo ha cambiado. Antes, se ponía cierta distancia en cuanto al involucramiento, y creo que el trabajo de ustedes con este manual es un poco eso: si te vas a involucrar, hacelo con la mayor cantidad de elementos posibles.
-Al planteo que vos hacés le sumaría algo muy importante y es la idea de con qué lentes veo esta situación. En ese sentido, parte de las recomendaciones que damos es el hecho de sacarse los lentes del prejuicio, de tratar de elegir mostrar otras historias, mostrar soluciones y no solamente problemas.
Nosotros, en estos 20 años, como parte de nuestro crecimiento, decidimos no solamente promover el voluntariado y la participación de la propia comunidad en sus soluciones, sino que quisimos hacer de las problemáticas un tema público. Por eso también lanzamos las recomendaciones. Al hacerlo como un tema público, tuvimos que investigarlo.
Realizamos catastros de los asentamientos, con voluntarios que entrevistan a los líderes de las comunidades, lo cual nos permitió caracterizar el problema. En ese sentido, en ese relajamiento de la información, vimos que en muchos casos -por ejemplo, Guatemala, Paraguay o Nicaragua- de los datos que recogimos gran porcentaje de estas comunidades se están organizándo. Muchas participan de espacios políticos para exigir sus derechos, se organizan en cooperativas y otros modelos de organización comunitaria, es decir que la gente está en movimiento. Por ejemplo, en Asunción más del 80 % de las comunidades ya se han organizado. Entonces, ¿estamos eligiendo mostrar esa cara de la realidad, esa en la que la gentes está en acción, está buscando soluciones e involucrando a su barrio? A veces esas historias están invisibilizadas.
-Todo este trabajo, y esta organización de los datos, está dando frutos en una relación con los Estados. ¿Ese sería como un estamento más que ustedes quisieran alcanzar?
-Sí. Nosotros celebramos mucho este estado en el que estamos hoy, porque en esta maduración de los últimos 20 años también nos hemos propuesto generarles propuestas a los gobiernos, trabajar en conjunto porque los asentamientos tienen que ser un tema público y los gobiernos deben tener un rol activo.
En ese sentido, hemos generado alianzas en distintos niveles. Muchos gobiernos han utilizado nuestras metodologías para el levantamiento de información, también hemos articulado soluciones en situaciones de emergencias humanitarias. Nosotros vemos que los asentamientos son la máxima expresión de desigualdad, y es donde la gente está en máxima situación de vulnerabilidad.
-Es interesante esta experiencia que nació de algo tan de base como garantizarle a alguien un techo, y cómo ha ido derivando en una construcción muy rica.
-Nació con este proyecto, que hemos medido, y a través de investigaciones científicas sabemos que el programa de vivienda tiene un impacto positivo en la materialidad de la vivienda, en las condiciones que vive la gente, pero algo muy relevante que los estudios nos han arrojado es que sobre todo tiene un impacto positivo en la subjetividad de las personas.
Es decir, después de la aplicación del programa la gente cree que puede salir de la pobreza, y esas son el tipo de contribuciones a las que TECHO ha aspirado, entendiendo que es un problema complejo, con múltiples dimensiones: nosotros entendemos la pobreza como un fenómeno multidimensional.