
Shorts hipercortos de jean en primer plano en un tuit que promocionaba la marca de gaseosa Sprite. Lo miré dos veces, porque por un momento pensé que estaba en 1985 viendo una reedición de aquella publicidad de marca de televisores que al grito de «Qué bien se TV» ponía en primer plano el shorcito rojo de Adriana Brodsky. Claro, eran otras épocas. Se imponía el «cola less» y se utilizaba el cuerpo de la mujer para vender cualquier cosa.
Por suerte hemos evolucionado, y ahora (afortunadamente) nos dimos cuenta de que esos años de publicidades -sin o con poco código- nos vendieron de todo, incluidos gobiernos, e impusieron una imagen de mujer objeto que, de tan repetitiva en muchas campañas, parecía algo normal.
Por eso me cayó tan mal ver este tuit promocionado de Sprite que, sin prácticamente texto, solo con la foto de los shorcitos diminutos (con modelo o adolescente o mujer hiperflaca…) invitaba a tomar la gaseosa. No lo busques porque ya no está, y la imagen que guardé no la voy a publicar, porque sería un contrasentido, ¿no?
De inmediato al ver la publicidad pensé en mi hija mujer y también en los varones, en otras hijas y mamás. En las familias que consumen los productos de Coca Cola y no encontré ni necesidad ni relación de la imagen con la promo.
Lo que hice fue expresarme en Twitter: «Me tienen un poco cansada este tipo de publicidades que necesitan mostrar así a la mujer para vender» dije. Al poco rato, Taira Peña,una colega que sintió lo mismo, hizo rodar mi comentario y comenzó una campaña propia.

De @amendezb
Pasaron pocas horas y la empresa a través de su equipo decidió levantar la gráfica.
¿Qué pasó acá? Alguien dijo lo que pensaba y, del otro lado, alguien escuchó y corrigió el rumbo. Simple y eficaz. Creo que así es la verdadera Responsabilidad Social Empresaria (RSE): no siempre hacer las cosas a la perfección, pero sí estar dispuestos a cambiar el rumbo. Vivimos en una cultura en permanente movimiento y evolución. Mucho de lo que hacemos es prueba y error, íntimamente lo sabemos, aunque a veces cueste admitirlo.
Lo importante es tener en todos los ámbitos la flexibilidad de modificar el rumbo y entender que el costo que esto conlleve va a ser siempre menor a seguir con una práctica que no es buena.
Hoy cada uno decide si se pasea por la vida con shorts cortísimos, con ropa de mujer aunque haya nacido varón, con pelo largo o corto, etc., es el zeitgeist de esta era.
Pero muy distinto es aprovecharse de ello y estigmatizar.
Tiempos difíciles para todos: por eso, conviene tomarse las cosas con calma y no dramatizar. Hay que probar y modificar, pero siempre decir lo que se siente con autenticidad. Eso es lo que cada uno puede hacer.