Carlos March, periodista y actual director de Avina, nos visitó Radio Palermo para presentar su libro Dignidad para todos. En una charla distendida en la cual se se habló sobre todo de la “construcción de una ciudadanía ética”, March explicó por qué el capital social no es sinónimo de dignidad humana, y destacó la importancia de encontrar paradigmas comunes para construir agendas de interés en la comunidad.
“La Argentina es un país de éxitos individuales y fracasos colectivos”, observó, sin perder el optimismo pero enfocado en los muchos y posibles cambios constructivos que hay por hacer.
“Se define el capital social como las redes de confianza en la sociedad, pero se tiende a separarlo del económico y financiero. Para mí, esto es un gran error ya que capital social es todo y la actividad económica es a su vez capital social. Para mí, el capital social es el flujo que existe entre estos actores.”
March explicó también que el capital social no es acumulativo. “Puedo ser honesto durante veinte años, pero me encuentran robando un minuto y todo ese capital cae automáticamente; sostenerlo es la clave.”
La función de los líderes hoy
“En la Argentina hay escasez de oportunidades y en función de esto también hay escasez de tiempo. Los líderes deberíamos tratar de lograr un punto de inflexión en cuanto a la gestión de lo público”, afirmó.
Con respecto a la construcción de bienes públicos, March sostiene que no es un monopolio del Estado y que el sector privado también tiene la obligación de concebirse como herramientas de construcción de lo público. “Las construcciones de bienes públicos dependen de procesos no de sucesos, y ahí se trata de cómo incorporamos a la clase dirigente en este circuito; entonces aparece el concepto de capital social.”
“En la Argentina hay quince o veinte familias que han montado emporios a costa de avallasar los recursos públicos. Yo digo que más que sociedades anónimas son asociaciones ilícitas, pero hay un empresariado mediano y pequeño que está construyendo algo diferente, ya que interactúan directamente con la comunidad, algo muy difícil de lograr para un CEO, o para el director de una gran empresa. En este segmento mediano y pequeño hay que construir una institucionalidad que les permita alcanzar la envergadura que no están logrando individualmente, pero que sí podrían lograr todos juntas.», afirma optimista.
“No se van a generar transformaciones de corto plazo”, continúa. “El tema es cómo construimos proyectos éticos en el sentido de que la dignidad humana sea una opción para todo el mundo, pero además cómo le damos carácter de irreversibilidad a los avances. Hay que sostener este proceso, crear institucionalidad y alinear incentivos, todo dentro de una masa crítica. Nos cuesta mucho porque estos tres principios deben estar alineados. La única forma es participando”, concluye.