[soundcloud url=»https://api.soundcloud.com/tracks/45339731″ params=»color=c9d300&auto_play=false&hide_related=false&show_artwork=true» width=»100%» height=»166″ iframe=»true» /]
Cuando yo era chica -digamos principios de los 60-, los acentos que escuchaba en la ciudad de Buenos Aires, fuera del porteño -el “correcto” según mi entender-, era el de alguna provincia reconocible como Córdoba, el chileno, el paraguayo, y el de los “gallegos”, que no eran recién llegados.
Con el tiempo nos fuimos acostumbrando al cantito respetuoso de los bolivianos, a la forma clara de los peruanos, la humilde de los uruguayos, y a la más compleja de chinos y coreanos. Hace pocos años, sin embargo, los acentos se renovaron: colombianos, venezolanos, dominicanos y brasileños, variadas voces de América Latina. Además, claro, de los tonos africanos.
“En el resto de América Latina, el show de TV fue aún más popular que en la Argentina, tanto que si hubiera querido radicarme en México hubiera encontrado inmediatamente trabajo”, cuenta la diseñadora. “Pero quería seguir aprendiendo y Buenos Aires me pareció el lugar ideal. Decidí no cerrar el taller en Managua, del que se ocupa mi madre, y abrir aquí mi propio espacio. ¿Qué cambié al llegar a Buenos Aires? Las caribeñas usamos las prendas más cortas, colores más intensos. El estilo aquí es más europeo, así que este impacto cultural porteño me llevó a variar la paleta y los largos modulares.”
La Argentina sigue siendo un punto atrayente para el desarrollo de artistas y creadores. Ellos, como Shantall Lacayo, encuentran un medio efervescente en el cual crecer, pero también nosotros ganamos con su aporte y la frescura de su ingenio.