jueves 30 de March de 2023

Parir en el norte: otro modo de nacer

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En Jujuy, las mujeres campesinas cargan a su bebé a la espalda, trabajan la tierra de sol a sol y tienen un promedio de cuatro a siete hijos cada una. Aunque hay hospitales en los pueblos principales, no siempre llegan a parir allí. En muchos casos, siguiendo una costumbre ancestral, eligen dar a luz en su casa, solas o con la partera del lugar.

Parteras del norte es un documental sobre mujeres que, por accidente o elección, pasan su vida ayudando a nacer. En el camino, un equipo médico guía el relato y cuenta por qué trabajar en la Puna a sus integrantes los cambió para siempre.

Lidia Sueldo es licenciada en obstetricia de la Universidad de Buenos Aires y actual presidenta de la ONG Umachay. Visitó por primera vez Jujuy en 1998 y desde entonces vuelve siempre. “Vine a enseñar salud sexual y reproductiva, y me encontré con un paisaje donde se arrodilla el alma y con mujeres de una fuerza incalculable”, recuerda y se emociona. “Aprendí de ellas mucho más de lo que pude dar.”

“Yo, antes que médico, soy un hombre que aprendió mucho de la mujer campesina. Me recibí de persona trabajando en la Puna”, se presenta el doctor Jorge Gronda, ginecólogo jujeño, creador del Sistema SER (SSER), una empresa de salud que fue reconocida, en Nueva York, con el Premio Mundial Empresarial y de Desarrollo 2008, por su contribución a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). “Entendí que lo que ellas necesitaban era un ser humano que las entendiera y, bueno, si era médico, mejor”, explica Gronda.

El paisaje va mutando y entre Quebrada y Yungas, se conoce un poco más a estos seres, que un día, a 2000 metros sobre el nivel del mar, sintieron que el cambio era posible. “Estábamos en la Puna con una parturienta y yo me asustaba más que la partera. Porque no tenía anestesista, quirófano y vos la veías a ella sentada, junto a la mamá, esperando a que llegue el bebé. ¡Llegaba y llegaba sano!”, cuenta Gronda, divertido “Me parece que eso es lo real y que las bases están ahí. Después volvés a la clínica, donde el parto se ha tecnificado tanto, que va a llegar un momento en que todos los nacimientos sean por cesárea, porque nadie le pregunta a las mujeres qué quieren, qué necesitan.”

El tema es paradójico, porque las estadísticas indican que a más tecnología mayor es el índice de cesáreas. En la Argentina se registra un índice del 25 por ciento de intervenciones quirúrgicas en hospitales públicos y un 60 en clínicas privadas. Los tiempos reducidos, la disminución de parteras y la sobrecarga laboral de los médicos son algunos de los factores que producen ese aumento. “Por miedo o desconocimiento, la mujer está perdiendo la confianza en su capacidad de parir –reflexiona Lidia Sueldo–, algo que la mujer campesina conserva a flor de piel.”

La «medicalización» del parto no es solo un fenómeno argentino. Desde 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve el concepto de Parto Humanizado, con la premisa «el parto no es una enfermedad». En nuestro país, la ley 25.929 de derechos de padres e hijos durante el nacimiento se hace eco de esos principios y establece el respeto por los tiempos biológicos y psicológicos de la mujer y su derecho a elegir cómo y con quién parir. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece que mejorar la salud materna es uno de los ODM que se ha fijado como meta, para 2015.

Muy lejos de las ciudades donde se debaten estas cuestiones, las parteras del norte, sin saberlo, recomiendan lo mismo. “Ahora quieren tener el chico en dos horas. Pero un parto es como cocinar un locro. ¡No se cocina en dos horas!”, se escandaliza Serafina Sánchez, partera con estudios y más de 50 años de profesión. “Uno tiene que tratarla bien, darle tecito caliente, preguntarle cómo quiere ponerse: ¿sentadita?, ¿acostadita?”, explica Josefina Vilte, una partera coya “sin título pero con práctica”. Josefina parece encarnar a la Pachamama. Conoce un yuyo para cada dolencia y recibe cientos de visitas de todo el mundo. “Yo tengo que divulgar, porque estamos arriba de una farmacia y no lo sabemos”, se lamenta.

Y así, en medio de un paisaje bucólico, el mensaje se hace uno: paciencia, amor, respeto. En el aire queda una invitación a confiar en la naturaleza y en la fuerza del vínculo de las relaciones humanas. “Es una cosa que parece tonta pero es así, uno con afecto logra bajar los índices de cesáreas y de mortalidad materna, nada más que con afecto” manifiesta el doctor Gronda, con brillo en los ojos.

La evidencia científica le da la razón.

+ INFO: www.parterasdelnorte.blogspot.com