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martes 19 de noviembre de 2019
Turismo de masas, o cómo terminar con las ciudades
El clamor por la contaminación turística es tal en las ciudades patrimoniales que están surgiendo grupos y asociaciones ciudadanas que comienzan a alzar la voz en contra de este fenómeno

SEVILLA.- El turismo de masas se ha convertido en uno de los depredadores máximos de las ciudades europeas ya que cada vez es más difícil encontrar en los calendarios huecos o temporadas bajas para poder disfrutar del patrimonio sin soportar mareas de gente atestando los espacios y los paisajes.
A pesar de la saturación visible en cualquier casco histórico de las ciudades patrimoniales, los responsables políticos de la promoción turística siguen acudiendo a ferias, gastando dinero público en promoción, y mucho peor aún, autorizando la construcción de nuevas infraestructuras hoteleras en destinos saturados.
Si a esto le sumamos la proliferación descontrolada de pisos turísticos, algunos de los cuales operan de forma ilegal, pero sumando camas a una oferta que atiborra las calles y los monumentos de las ciudades, el desastre está servido y no parece que esto vaya a tener una solución a corto plazo, ya que la efervescencia de los resultados económicos que brindan al PBI las visitas turísticas se esgrimen como grandes logros.
Quienes vivimos en España, y sobre todo en Andalucía, no hacemos más que vivir con indiferencia los resultados que exhiben las autoridades cada vez que se cierra una temporada. Las cifras no paran de crecer, y por ende, la saturación.
Si a esto le sumamos que el cambio climático extiende el calor hasta noviembre, y que vuelve a comenzar en febrero en el sur de España, tenemos que nos quedan solo cuatro meses de temporada baja para librarnos de esos depredadores que caminan por las ciudades con un teléfono en la mano haciéndose fotos. Y últimamente, ni siquiera eso, porque esos meses de temporada baja son los que las compañías aéreas low cost aprovechan para hacer ofertas, y resulta que puedes irte a un lugar a tres horas de vuelo de tu casa de un modo más barato que irte en tren a una ciudad cercana.
El turismo de masas se ha convertido en uno de los depredadores máximos de las ciudades europeas ya que cada vez es más difícil encontrar en los calendarios huecos o temporadas bajas para poder disfrutar del patrimonio sin soportar mareas de gente atestando los espacios y los paisajes.
El combustible aéreo es uno de los más contaminantes, y sin embargo está subvencionado, con lo cual el turismo de masas no ha hecho más que crecer en los últimos diez años. A la vez, las ciudades europeas intermedias pagan altas cifras a Ryanair para que les traigan vuelos low cost a sus urbes, lo cual genera un flujo de ida y vuelta que ha hecho de Europa un lugar hiperconectado. Ir a pasarte un fin de semana a Hamburgo o a Berlín o a Amsterdam desde el sur de Europa puede ser más económico que quedarte en tu ciudad .
La situación se empeora por el gran aluvión que está viviendo toda Europa de turistas asiáticos, que además viajan en masa, y que ya no sólo son japoneses o chinos. A la fiesta se han sumado también los rusos que además se dedican a comprar propiedades luxury en Barcelona o Marbella, lo cual dispara el precio de los metros cuadrados de la vivienda, y expulsa a los ciudadanos a las periferias.
Venecia lleva años ya dándose cuenta de esta gran paradoja: suben las cifras de ocupación pero la Plaza San Marco se ha convertido en un gran parque temático, imposible de disfrutar en épocas de verano. La contaminación visual que estas personas ejercen sobre las grandes maravillas de la humanidad lleva siendo un tema de debate de los popes del turismo mundial y es hoy ya un tema de la Organización Mundial del Turismo.
¿La muerte de Venecia?
La Serenísima no sufre solamente la marea del acqua alta que hemos visto estos días. La alarma más atronadora viene sonando en Venecia desde hace alrededor de siete años por la saturación a que está sometida por los 29 millones de turistas que recibe al año, gran parte de los cuales se concentra en la temporada de verano.
El turismo de masas ha dado lugar también a la proliferación de los cruceros que parten desde el puerto de Venecia hacia todo el Mediterráneo oriental y que ha causado un asedio al centro histórico que la ciudad no resiste más. Cada vez más parecida a un parque temático visitada por cruceristas sometidos al régimen horario de las naves,
La ciudad sufre además y por efectos del turismo una despoblación de nativos que la ha llevado a perder 100 mil habitantes en las últimas cuatro décadas, fundamentalmente por el alto precio de la vivienda y por la falta de servicios. Hoy el 80 % de los comercios se dedica al turismo y más de la mitad de las viviendas están dedicadas al alquiler por días.
Pero el mayor absurdo que vive la ciudad de la Laguna es la insólita contaminación estética y medioambiental que causan estos hoteles flotantes, algo que los varios políticos implicados en el tema no consideran importante bajo las presiones del potente lobby de las empresas de cruceros, y de los alrededor de 360 millones de euros que se estima deja este tipo de turismo en Venecia.
El clamor por la contaminación turística es tal en las ciudades patrimoniales que están surgiendo grupos y asociaciones ciudadanas que comienzan a alzar la voz en contra de las despersonalización de las ciudades, en contra de los pisos turísticos y, muy en boga en estos días, en contra de las Grandes Naves. El Comitato No alle Grandi Navi es un potente movimiento de venecianos que han comenzado a manifestarse de una manera cada vez más potente y que llevan haciéndose oír en medios internacionales de forma cada vez más contundente. Lo mismo que la red de ciudades del Sur de Europa contra la turistización (red SET) , movimientos en definitiva que no estaban en boga ya que nadie quería meterse con la “industria de la alegría”.