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jueves 14 de junio de 2018
Día Mundial Contra el Trabajo infantil: informar con respeto
Como comunicadores, debemos hacer que los chicos sean protagonistas de la noticia, no objetos, y que puedan expresar sus opiniones. Y siempre utilizar un lenguaje inclusivo que no los estigmatice
Este 12 de junio se celebró nuevamente el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, con el lema “Cuidamos el presente, hagamos el futuro”. Respecto de un tema tan sensible, me pregunto si hay alguna buena noticia para comunicar. La primera que se me ocurre es la presentación del Plan Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente 2018-2022, como eje de la política pública nacional en esta materia.
Este plan deriva de la primera Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (Eanna), que dio a conocer los números de trabajo infantil en la Argentina y que presentó el año pasado el Ministerio de Trabajo durante la IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil. Si tenemos en cuenta que los últimos datos disponibles eran de 2004, el avance es importante.
Sin embargo, las cifras siguen siendo estremecedoras. La encuesta indica que hay 715.484 niñas y niños, entre 5 y 15 años, que participan de actividades productivas en áreas urbanas y rurales en todo el país, y representan 9,4 % de la población. Pero solo si conocemos la magnitud del problema, podremos lidiar con él.
“Si bien la presencia de niñas y niños en situación de trabajo infantil cuenta con mayor incidencia en la región del NOA, la zona central del país es la que posee el número más alto, en términos absolutos”, contó el subsecretario de Programación Técnica y Estudios Laborales, José De Anchorena, en relación con la encuesta, que a diferencia de estudios anteriores es de alcance nacional y posee representatividad regional, incluyendo zonas rurales remotas.
En representación de NOTICIAS POSITIVAS, pude recorrer en dos oportunidades escuelas de Salta y Jujuy, donde funcionan los programas Porvenir NOA y Jardines de Cosecha, en prevención del trabajo infantil en el sector rural tabacalero. Si bien existe la ley nacional 26.390 que lo prohíbe desde 2008, el riesgo continúa por diferentes motivos, entre otros, por los patrones culturales que se replican en distintos ámbitos rurales como los viñedos, la zafra azucarera o las “tarefas” yerbateras.
En estas recorridas aprendí varias cosas, entre ellas cómo debe ser el tratamiento periodístico del trabajo infantil. Nada de lo que tenga que ver con los niños, niñas y adolescentes puede ser tratado a la ligera y sin seguir normas estrictas. Pero también descubrí lo importante de ser humilde, bajar la soberbia y el aceleramiento que llevamos los periodistas de Buenos Aires, al encontrarnos con otra realidad. Me ocurrió que le pregunté a un coordinador de estos programas por qué algunas personas están orgullosas de haber trabajado de chicos, cuando está “claramente mal”. Y para mi sorpresa me respondió que él también había trabajado de chico y que tenía sentimientos encontrados: por un lado, el orgullo por aquel esfuerzo, pero también la convicción de que un niño no debe trabajar, y por eso participaba en ese sentido. Primera regla, poner en contexto la noticia para que se entienda la problemática. Y comprender las realidades culturales.
Más adelante profundicé este tema con la jornada de capacitación que ofreció el Ministerio de Trabajo el año anterior, antes del Congreso. Allí obtuvimos información teórica y una práctica en el taller que brindó Fopea.
¿Estamos los comunicadores en condiciones de trasmitir la realidad de los chicos argentinos que trabajan? Potencialmente sí. Los informes oficiales nos ayudan. La encuesta mencionada incluye muchas más cifras, con precisiones y desagregados. Pero para un periodista que quiere comunicar esta realidad y contribuir a modificarla, se necesita algo más que números. Para dar vida a esas encuestas, contar casos e historias reales, es una manera efectiva y clara para explicar el tema.
Pero caer en el efectismo tampoco ayuda a concientizar al lector, solo la transmisión rigurosa y respetuosa de la información puede ayudarnos a difundir los derechos de los chicos. Siempre hay que reservar la identidad de los entrevistados. No deben darse nombres reales y los rostros deben esfumarse para que no sean reconocibles, al igual que las voces tienen que distorsionarse. Como comunicadores, debemos hacer que los chicos sean protagonistas de la noticia, no objetos, y que puedan expresar sus opiniones. Y siempre utilizar un lenguaje inclusivo que no los estigmatice.
Un niño debe estar jugando o en la escuela. Si vemos un niño o una niña en situación de trabajo, no pensemos que está “ayudando”, está trabajando. Y esa situación debe ser denunciada.