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lunes 30 de septiembre de 2019
¿Por qué ahora se necesitan políticos B?
El autor de esta columna se pregunta: así como hay empresas B, Academia B, medios de comunicación B y Mujeres B, ¿podemos imaginar también un político B?

Hace un año, en septiembre de 2018, la Organización de Naciones Unidas (ONU) otorgó el premio “Campeones de la Tierra” a conocidos defensores y protectores del medio ambiente. De ese modo, fueron premiadas conocidas figuras de los sectores públicos y privados, por sus acciones con impacto positivo y transformador en el medio ambiente, a saber: el presidente de Francia, Emmanuel Macron; el primer ministro de India, Narendra Modi; la defensora indígena filipina, Joan Carling; las empresas de ciencia e innovacion Beyond Meat e Impossible Foods; y el Programa de Revitalizacion Rural Verde de Zhejiang, de sustancial saneamiento en una provincia altamente contaminada.
Del mismo modo, siete jóvenes fueron reconocidos y premiados por la ONU, los Jóvenes Campeones de la Tierra 2018, como los emprendedores y creadores de grandes ideas a favor del medio ambiente, todos ellos menores de 30 años. Estos Campeones fueron: Shady Rabab (fabricación de instrumentos musicales a partir de la basura); Hugh Weldon (un teléfono que calcula la huella ecológica); Heba Al-Farra (apoyo a las mujeres ambientalistas en la industria verde); Arpit Dhupar (técnica que filtra 90 por ciento de generadores diésel y la convierte en tinta; Miao Wang (iniciativa Better Blue, que entrena a buzos para proteger el océano); Miranda Wang (conversión plástica en nuevos recursos), y Gator Halpern (red de granjas de coral para restaurar arrecifes).
La protesta de los estudiantes que pidieron la acción inmediata de los gobiernos frente al cambio climático, que comenzó con la marcha convocada por la joven sueca Greta Thunberg en el año 2018, llevó a la formación de un Movimiento Global en todas las capitales del mundo, y promovió una huelga estudiantil con el objetivo de instar a los gobiernos a hacer algo por el calentamiento global, en claro rechazo ante una falta seria de toma de conciencia. Las acciones siguieron y son de conocimiento público.
Líderes mundiales, jóvenes, empresarios, organizaciones civiles, son todos parte de una conciencia colectiva que reconoce la necesidad de accionar positivamente, ante un planeta que sufre humanamente en sus necesidades básicas –hay un 15 por ciento de subalimentados–, lo cual habla de una crisis social, y la totalidad de los seres vivos que padecen múltiples efectos dañosos como consecuencia del calentamiento global y el cambio climático.
Las inversiones con impacto positivo en términos de bienestar general son ahora una necesidad imperiosa y una realidad. Por eso hoy, como hace más de dos milenios, debemos hablar de la necesidad de una ética política, porque tras la fachada del constitucionalismo democrático pueden esconderse el autoritarismo, la injusticia y la corrupción. Ese Ego agigantado del hombre, en su voracidad por consumir sin medir las consecuencias, es fuente principal de la crisis que nos ocupa.
La protección del medio ambiente y de nuestra sociedad no puede permanecer al margen de la agenda política, y no debe ser utilizada como una mera estrategia de marketing de los políticos y quedar desconectada de la ética. La democracia debe ser asumida no solamente como un sistema político, sino como un esencial sistema de valores, justamente para no perder esa conexión entre política y ética.
El Ethos griego nos enseña sobre las virtudes de la prudencia, el valor, la templanza, la justicia, la belleza y la ética, entre otras virtudes naturales del hombre, que nos remiten al respeto, la reputación, lo correcto, las cualidades morales de la persona y de la comunidad.
El ser individual se expresa en lo colectivo y el ser colectivo habla de las cualidades morales de la sociedad. El valor y el disvalor que expresa la sociedad deben ser proyectados y conducidos por el político cuya tarea en ese sentido es fundamental.
Para Aristóteles, la conducta caracteriza a una sociedad; los políticos son los responsables de tender hacia el Bien y por ello debe exigírsele una virtud ética. Si no lo exigimos, no somos una sociedad ética.
Hay una sutil diferencia cuando hablamos del Ethos griego y el Etos romano, pues el primero enseña sobre los valores profundos que hacen a la dignidad humana, mientras que el segundo, si bien comprende esos valores, los deja manipular por el hombre político a través de la creación de las leyes que regulan la moral. La ética regulada por la norma.
La norma la hacen los hombres, el Ethos mira al hombre y la sociedad en sus acciones que deben seguir y lograr el Bien. Y este se relaciona con la felicidad como objetivo principal y sin la virtud ética, ella no es posible.
La polis, formada por la sociedad y el Estado, cuando desarrolla y promueve virtudes éticas, identifica a la sociedad toda y, por consiguiente, caracteriza al político que es también parte integrante de la sociedad.
El Ecosistema B está basado en la ética, es parte de las Nuevas Economías, y es conocido como un ecosistema de triple impacto, porque promueve utilizar el poder del mercado para generar éxito económico, social y ambiental. Dicho ecosistema está conformado por las empresas, el capital, los inversores, la academia, los medios de comunicación y las políticas públicas que están en manos de los políticos.
Así como hay empresas B, Academia B, Banca Ética, medios de comunicación B, ¿podemos imaginar un político B? Imaginemos un político que más allá de su ideología y partidismo, sea claramente una persona ética. Que sea empático, honesto y coherente con las virtudes éticas mencionadas. El político (la mujer y el hombre de la política) tiene la principal responsabilidad de conducirnos hacia ese bien común, y es por ello que invito a la imaginación y cocreación del político B.
Imagino que debería ser esencialmente transparente, para lo cual debería hacer público en una página web su patrimonio, su actividad –profesional o comercial– más allá de la política, su compromiso con lo social y con el medio ambiente, mostrando cuáles son sus ideas sobre la misma Ética en la política, sobre su compromiso a través de la representatividad que ejerce de la sociedad, en proyectos vinculados con lo social y lo ambiental.
Podemos imaginar:
- Que el político B exprese una función orientadora hacia posibles reformas de la misma organización de los partidos políticos y de los poderes del Estado.
- Que el político B, a través de una función valorativa, hable de su comprensión de los problemas de la sociedad y de sus sueños para con la comunidad en la que vive.
- Que el político B, a través de una función crítica, nos hable de un Estado ideal, de una administración pública ideal, y realice un análisis comparativo con la realidad del Estado (municipal, provincial, nacional) en el que vive.
- Que el político B nos hable de una propuesta esperanzadora y ética, para cambiar la realidad y construir algo mucho mejor para la sociedad.
Estos políticos B también serían como los Campeones citados al principio de esta nota: los Campeones B de la Tierra, los Campeones B de su sociedad.