MADRID.- “Para mí la miel es vida: el sol calienta la flor. La flor da néctar. La abeja recolecta néctar y lo transforma en miel. Nos comemos la luz del sol reconvertida en miel.” De esta forma tan creativa y delicada define Raúl Cobo a la miel que produce desde 2006, lejos de los campos de cultivo, a los pies del Pico de la Almenara, en donde las abejas recogen el polen o el néctar de cantueso, mejorana, retama, zarzamora, tomillo salsero, flores de pradera y encina.
Cobo explica que eligió el tipo de producción biodinámica porque está alineada con “el ciclo y ritmo de la naturaleza y los planetas, y de esta manera respeta el vivir de las ‘hijas del sol’”. Por ejemplo, precisa que solo trabaja en los días que son propicios para cada acción que lleva a cabo con las abejas.
“Cuando me alineo con los ritmos de la naturaleza, las abejas me sienten como un ser más de la comunidad y no como un usurpador de sus tesoros. Esto hace que se genere una interacción amorosa entre nosotros. También comparto la manera que tiene la filosofía de Rudolf Steiner de entender a la naturaleza y considerar a las abejas como seres iguales a nosotros, rompiendo con la concepción antropocéntrica que considera que el humano está por encima de todo”, explica el apicultor a NOTICIAS POSITIVAS.
A partir de la observación y el estudio del calendario biodinámico, una guía anual creada por María Thun que tiene en cuenta los efectos de la luna sobre la tierra y sus cultivos, Cobo elige los momentos más propicios para la recolección, la construcción de celdillas o la cría de abejas.
“En función de los días que abro y trabajo con las colmenas favorezco que suceda una cosa u otra. Por ejemplo, los días de flor, cuando la luna está ante las constelaciones de Géminis, Libra o Acuario, son óptimos para que recolecten polen. Cuando son los días hoja, la luna está ante las constelaciones Piscis, Cáncer o Escorpio, las abejas no quieren ser molestadas y si trabajamos en la colmena manifiestan su malestar picando”, revela.


Este apicultor de la sierra de Madrid recolecta los regalos de la colmena con el máximo “mimo para dañar lo menos posible a la comunidad”. Realiza la extracción en frío y solo saca los productos de un sector parar dejar el cuerpo de cría sin tocar.
En ese sentido, destaca que ha aprendido «mucho de pequeños apicultores tradicionales» y que enlaza la sabiduría popular y la biodinámica.
A la hora de señalar las dificultades de la apicultura en España, advierte que la situación es “muy difícil debido a las colmenas trashumantes”, un tipo de producción a gran escala que aprovecha la floración desde el sur al norte de la península ibérica.
“La trashumancia supone un riesgo para los que tenemos colmenas asentadas por dos motivos principales. Primero, porque traen enfermedades y plagas. Segundo, porque en muchos casos trabajan con abejas extranjeras y traen zánganos que se mezclan con la abeja autóctona. Hay muchas razas de abejas extranjeras en la península y se está perdiendo la abeja ibérica”, sostiene.
En cuanto a la situación económica de los emprendimientos en el rural y la financiación para pequeños productores, Cobo ironiza y asegura que la única ayuda que recibe es la de sus “manos”.
“Soy más de campo que las amapolas y siempre me he dedicado a él. Por ello, ahora me he decidido a lanzar una financiación colectiva porque me quiero dedicar exclusivamente a la apicultura biodinámica y esta es la única manera que he encontrado para aumentar mi colmenar con ayuda de todos y sin tener que recurrir a un banco”, asegura.
Otros productos que fabrican las abejas
“Las `Hijas del Sol` nos proporcionan alimento, medicina, energía y luz. La colmena recompensa al apicultor con deliciosos elixires como la miel, el polen, la jalea real o el propóleos; y cera para hacer cosméticos y velas”, afirma Cobo.
La abeja le da de comer polen a la cría hasta que se cierra la celdilla de la cría. En los seres humanos este producto aporta energía y la mejor manera de tomarlo es fresco.
En la colmena, la jalea real es el alimento de las futuras reinas. Para las personas es el “elixir de la juventud”, asegura el apicultor biodinámico.
En cuanto al propóleo, la abeja lo utiliza para sellar la colmena cuando llega el invierno porque la protege frente agentes externos. Para el consumo humano suele usarse en modo de tintura como antibiótico natural, analgésico y cicatrizante.
La historia de Las hijas del sol
En 2006, Cobo decide instalar diez colmenas en su casa para abastecer el consumo familiar y vender algunos kilos a personas amigas del pueblo. Poco a poco fue aumentando la producción con la idea de dedicarse a la apicultura biodinámica de forma exclusiva.
Su recorrido se detuvo abruptamente cuando le robaron 38 colmenas, lo que supuso un freno para su proyecto. En la actualidad, cuenta con 50 colmenas y su objetivo con la financiación colectiva es sumar otras 40.
También hubo tropiezos que se convirtieron en grandes enseñanzas: “el primer día que fui a sacar miel de mis primeras colmenas me puse guantes cortos. Me picaron algunas abejas dentro del guante y alrededor de otras 50 abejas acudieron a la llamada (las abejas cuando pican liberan unas feromonas que indican peligro). Todas ellas entraron dentro del guante como si fuera un aeropuerto. Yo seguí trabajando y cuando acabé me di cuenta de que tenía unos 50 picotazos y mi brazo se hinchó tanto que parecía una pierna”.