“Eran hombres con fe en la tierra. Con un cariño profundo por la tierra. Sabían que la tierra tiene posibilidades muchísimo más ricas que aquello que puede dar cuando es dejada a sus solas fuerzas.”
Este extracto de Los hombres y la tierra, del escritor Mamerto Menapace (Editorial Patria Grande) da cuenta, de manera muy poética, del trabajo que muchos argentinos están realizando ahora en el suelo.
En efecto, en cualquier porción de tierra, incluso en el muy pequeño que ofrece una maceta, es posible sembrar y ser partícipe del cambio, de lo que ese sustrato nos da a cambio. Desde hace 20 años existe en la Argentina un programa que busca mejorar la seguridad alimentaria de la población urbana y rural a través del acceso, la disponibilidad y la variedad de alimentos mediante su autoproducción: ProHuerta.
Alentado por el Instituto Nacional de Tecnología Agroalimentaria (INTA) y el Ministerio de Desarrollo Social, el programa ofrece un abanico de herramientas para quien busca iniciarse o bien perfeccionarse en el mundo de la tierra y sus frutos. En prohuerta.inta.gov.ar (así, sin triple w) es posible acceder a una biblioteca digital con información de miles de huertas familiares, escolares, y comunitarias, y también de granjas, todo organizado en publicaciones gráficas y audiovisuales.
También es posible acceder, desde la misma página web o bien dirigiéndose a una oficina del INTA en la localidad donde nos encontremos, al cuadernillo “Huerta orgánica”, una propuesta didáctica para encarar una huerta donde queramos, con información clara y valiosa que cubre un amplísimo espectro: desde qué significa ser una persona sana hasta los recursos para iniciar una huerta, el diseño de canteros, el abono, las rotaciones, la chacra de verano, la producción propia de semillas y hasta recetas.
También hay una completa agenda de actividades compuesta por charlas, talleres y capacitaciones sobre temas vinculados, en varias ciudades de nuestro país. Entonces, no hay excusas, ¡a sembrar!