Para los que recién empiezan y no saben si plantar en almácigo o directamente (y esto último depende de la mano que uno tiene y de cuánto se puede desperdiciar), una u otra técnica dependen de lo que uno plante. Por ejemplo, si queremos lechuga o tomate, se puede tirar la semilla en almácigos, unas minimacetitas que se compran en los viveros (o reciclar vasitos de yogur de plástico o de vidrio), y la cantidad depende siempre de si el bancal que tenemos es más grande o más chico.
Cuando el plantín tiene un par de semanas, ya puede pasar al bancal de la huerta. Hay palitas especiales para sacar el terrón completo y seguir aprovechando la minimacetita. Como la tierra del almácigo siempre está muy suelta, hay que ir renovando la tierra del bancal, porque puede secarse en la superficie: pasar un rastrillito o una pala, o echar tierra suelta.
Si uno tiene ya mucha experiencia, entonces puede sembrar al voleo y después ir sacando lo que no interesa. Pero si uno no tiene mucha experiencia, es preferible trabajar con almácigos, para no desperdiciar tanta semilla.