El siguiente artículo es una colaboración especial para NOTICIAS POSITIVAS de Ignacio E. Carballo, docente UBA y UCA e investigador especialista en Inclusión Financiera, y Nicolás Xanthopoulos, cofundador y director de Sumatoria.
Semanas atrás, se desarrolló en Buenos Aires el encuentro más trascendente de inclusión financiera, microfinanzas y emprendedurismo de América Latina y el Caribe. Celebrando el 20º. aniversario de esta cita anual conocida como Foro Interamericano de la Microempresa (Foromic), en esta oportunidad más de 1300 instituciones y expertos locales, regionales e internacionales se encontraron para trabajar y debatir conjuntamente sobre el futuro de la inclusión financiera de nuestra región.
Tras 18 años de no ser realizado en la Argentina (la última vez fue un año después de haber sido creado el evento), se le brindó una dimensión inédita con la participación de funcionarios clave del gobierno local, quienes antes no necesariamente se vinculaban con estas temáticas. El mismo presidente Mauricio Macri participó en la ceremonia de apertura del Foro, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin).
En otras instancias del encuentro, estuvieron, entre otros, Luis Caputo, ministro de Finanzas; Lucas Llach, vicepresidente del BCRA, y, por supuesto, referentes de la banca pública como Javier González Fraga (Banco Nación), Juan Curuchet (Banco Provincia) y Javier Ortiz Batalla (Banco Ciudad). Quizá la ausencia más sorpresiva no fue la de un funcionario, sino la de la reina Máxima, gran responsable de que varios de los participantes citados anteriormente se hayan involucrado en estos tópicos, tras su visita en octubre de 2016.
El primer día tuvo un tinte local, y tanto el Banco Provincia como el Nación redoblaron sus apuestas de cara al futuro de la inclusión financiera del país. «Así como en 2017 nos asociaron con créditos hipotecarios, en 2018 nos asociarán con microcréditos», vaticinó Gonzalez Fraga cuando explicaba con más detalle el modelo de banca inclusiva que anhela. Curuchet, con mayor trayectoria en este segmento de la población en el conurbano bonaerense, hizo hincapié en la enorme demanda que todavía persiste insatisfecha y contó cómo estaban adaptando procesos internos para alcanzarla: «Tenemos que pasar de la metodología de la calle, a la de la informática y la inteligencia comercial, para hacer el negocio eficiente y escalable».
Sin lugar a dudas, el protagonismo lo tuvo la disrupción tecnológica en el sistema financiero y el rol de las FinTech’s en la inclusión financiera. Llach dejó clara su postura, una vez más, y sostuvo que la Argentina debe aprovechar la poca madurez de su sistema financiero para ir hacia un modelo de digitalización financiera, comparable al que han transitado países africanos como Kenia, pero destacando otros casos como China e India. Igualmente, afirmó que dada la gran demanda en el país existe lugar para todos (tanto para bancos como para FinTech’s) y llamó a integrar los servicios financieros formales con la tecnología financiera.
Respecto a los lineamientos regionales, en torno a la implicancia de las FinTech’s para el sistema financiero tradicional y la banca, las plenarias afirmaron que todavía hay mucho por mejorar. La disrupción digital deberá realizarse desde adentro, comprometiendo altos mandos con una mirada distinta de las finanzas que apunten a crear una cultura organizacional afín a la inclusión. Se remarcó que es necesario desarrollar habilidades en digitalización financiera en las instituciones y, principalmente, contar con miradas diversas y alternativas a las tradicionales en temas de riesgos para entender mejor a los clientes hasta ahora excluidos.
En esta revolución digital, las instituciones microfinancieras ofrecerían una importante oportunidad para fomentar la inclusión financiera. Aprovechando la huella digital y promoviendo la eficiencia en términos de costos, las FinTech’s serán un complemento y no competencia para este segmento. Los actores microfinancieros que se han caracterizado por brindar agilidad y cercanía en su servicio con la tecnología deberán eliminar burocracias para mejorar su servicio manteniendo la cercanía que las diferencia. El futuro del sector proyecta entonces el uso de datos y la inteligencia artificial para obtener información del cliente y conocer mejor su comportamiento ofreciendo acompañamiento a medida.
También se planteó la necesidad regional de contar con un marco regulatorio que promueva precios eficientes para lograr así una distribución eficiente. Además, se mencionó la relevancia de contar con una estrategia digital en los distintos países, de mejorar el manejo del riesgo y la protección al consumidor en torno a la privacidad de datos así como de conocer al cliente para ofrecer servicios a medida.
La regulación para un sector financiero digital planteó desafíos alineados con un entorno de cambios acelerados. Se mencionó la necesidad de institucionalizar la innovación con leyes sólidas, contemplar los riesgos sosteniendo los principios de inclusión, competencia, integridad y por supuesto la normativa prudencial. Esta regulación deberá ser informada sobre el mercado y sus clientes; dialogada entre los diversos actores; comprehensiva e integral, y fundamentalmente proactiva. Así, el regulador y el innovador deberán aprender juntos en un marco regulatorio de confianza.
Por último, cabe destacar un aspecto de interés: mientras las plenarias se iban sucediendo y los disertantes se pronunciaban con énfasis, en algunas ponencias pareció haber una cierta confusión que reinaba en el ambiente. Esto es, que la inclusión financiera simplemente se lograría con más créditos, o nuevos y más accesibles mecanismos de pagos o transferencias. Afortunadamente, otras voces que participaron de las jornadas rompieron con esta lógica y afirmaron en distintas instancias que el diferencial (principalmente en un contexto tecnológico cambiante) serán la educación y la capacitación financiera, y no simplemente la oferta de nuevos servicios financieros digitales.
El diferencial (principalmente en un contexto tecnológico cambiante) serán la educación y la capacitación financiera, y no simplemente la oferta de nuevos servicios financieros digitales.