¿Cómo es vivir de lo que producís y cómo se pasan los días de cuarentena cuando no hay que preocuparse por cómo alimentarse? Hernán Martínez Jacomet vive en la comarca andina del Paralelo 42, camino al cerro Perito Moreno, en el paraje Mallín Ahogado, cerca de El Bolsón. Hace más de tres décadas decidió que su estilo de vida sería el autosustento, y lo que en ese momento pudo haber sido calificado de hippie hoy lo ubica en una posición privilegiada frente a los nuevos desafíos que atraviesa el planeta.
Noticias Positivas: -En las ciudades, ante la pandemia del coronavirus, estamos con problemas con la comida, en primer lugar. ¿Cómo es tu situación, allí en donde estás?
Hernán Martínez Jacomet: -Muy parecida a la de todos los otoños. Es una época en la que solemos estar adentro; recogemos todo lo que fuimos trabajando durante la primavera y el verano, que es de mayor abundancia, con todas las cosechas, las conservas. Así que una cuarentena es algo bastante recurrente para nosotros, porque solemos bajar una vez por semana al pueblo, y a veces menos. Lo único que se extraña es la parte social.
-Ustedes producen todo lo que consumen. ¿Cómo es esa vida?
-Nuestro proyecto de vida es seguir sumando aquí para poder llevar adelante la crianza de los niños, el trabajo y todo, siempre sin salir mucho de nuestro entorno. Conseguir alimentos, combustible para las estufas, todo lo que lleva el día a día: tratamos de recurrir lo más que se pueda a lo que está acá cerca. La tierra suma mucho, el bosque suma mucho, el río y la montaña para el esparcimiento. El hecho de no tener que buscar el trabajo afuera y tenerlo acá implica eso: hacer lo que uno hace alrededor de la familia. Y también implica estar muchas horas trabajando acá.
-¿Y cuál sería tu mirada sobre lo que pasa en las ciudades del mundo en este momento?
-Un poco de miedo. Todo el tiempo trato de ser consciente de eso: de lo privilegiados que somos estando acá y pudiendo llevar esta vida, que es una elección en función de esa otra realidad. Yo vengo de la ciudad y sé lo que es estar en un lugar sin poder recurrir a nada. A veces, solo tenés plata en el bolsillo y no podés hacer mucho con eso. Lo que busqué fue eso: que pase lo que pase, vos podés recurrir a vos y a tu trabajo para conseguir lo básico: el agua, la comida, la leña…
-Tampoco te has privado de producir tu propia cerveza, Clandestina 2020.
-La parte que falla siempre es la parte económica. Uno también necesita montones de cosas que no puede producir, cosas que sí o sí tiene que comprar, porque tampoco la idea es volver a la Edad Media y privarse de todo. Somos seres culturales: yo vengo de una ciudad y tengo montones de aspiraciones y también necesito herramientas, ciertos combustibles. Entonces, el tema de la cerveza fue una salida, cómo conseguir una entrada de dinero más importante trabajando acá dentro. Y funcionó bien. Yo tengo un circuito bastante reducido de clientes y lo llevamos bastante bien.
-Ser autosustentable implica un compromiso con el trabajo, pero también con la producción.
-Todo es cíclico. Una continuidad. Está todo encadenado con las estaciones, con el tiempo. Tenés que juntar para el año que viene, tenés que tener semilla, pensar en el abono. Es decir, hay muchas cosas que hacen que esto no sea algo puntual, sino que hay que ir llevándolo a lo largo del tiempo. No se puede empezar de un día para el otro, ni terminarlo tampoco así.
-Quizá podés darle algún consejo a quien vive en una ciudad, no para hacer lo que vos hacés, pero sí para cambiar en algo su estilo de vida.
-El ritmo de la ciudad te va llevando a dejar de usar tus habilidades para muchas cosas y concentrarte en generar solo una. Entonces nadie amasa un pan cuando podría amasarlo, nadie cocina mucho porque lo compra hecho. Se pueden hacer montones de cosas: en los balcones, una de mis hijas en Buenos Aires tenía tomates, aromáticas y otras cosas. Las huertas en las ciudades son muy posibles, en las terrazas, en los jardines. Hay mucha gente que tiene lugares fuera de las ciudades, quintas en donde se puede hacer mucho. Pero también hay que destinar un montón de tiempo y energía a eso. Y en la ciudad cuesta encontrar ese equilibrio.
-¿Te da seguridad, en este momento tan particular, saber que podés alimentarte y alimentar a tu familia?
-Siento lo mismo que sentí cuando me vine a vivir acá, hace 30 años, y es que, pase lo que pase, yo me puedo manejar. Siempre voy a poder producir comida o cazarla o pescarla o juntarla.
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