Cuando comprás lechugas en el supermercado, lo que te llevás a tu casa es la planta entera, sin raíces, arrancada hace algún tiempo (según la temporada) y seguramente conservada en frío otro tanto. Esas plantas no van a dar semillas jamás, ya que su ciclo de vida fue cortado.
Cuando los vegetales crecen en tu huerta, en cambio, lo que hacés es ir comiendo de a poco (en el caso de las verduras de hoja) las hojitas que están más expuestas en el exterior de la planta. Por lo tanto el tallo central , que es el corazón, sigue creciendo hasta dar primero flores y luego su fruto: tus semillas.
De esta manera, tenés siempre una cosecha fresca y lo que hacés es elegir la mejor planta y dejar que ese tallo siga su crecimiento hasta completar su ciclo vital. No es para nada difícil, solo se trata de estar atentos al momento de la cosecha de la semilla y reservarla para el año próximo en un frasco bien seco en un ambiente adecuado (sin humedad).
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