Toda ciudad tiene muros grises, sórdidos, derruidos. En Barracas abundan, y aunque pueden tener un cierto encanto nostálgico, los vecinos prefieren el color y las paredes reparadas; más aún si están intervenidas artísticamente. El libro Siete Murales, editado por Sullair Cultura, documenta el proceso de intervención realizado por artistas independientes durante los últimos cinco años en las paredes del barrio de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires.
El trabajo realizado por los artistas urbanos logró instalar el arte en las calles de Barracas, agregando así valor a los muros, que dejaron de ser el límite de la propiedad privada y se convirtieron en espacios de construcción colectiva. Este proceso es el que pretende plasmar Siete Murales a través de distintas miradas: la de Teresa Constantin, coordinadora del espacio de arte de la Fundación OSDE, quien prologa este libro; la de Luis Bruno, decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, que reflexiona sobre el impacto de las intervenciones urbanas en la ciudad, y la de las antropólogas María Daels y Natalia García Dopazo, las que, luego de un trabajo de campo, analizan el impacto que esta acción ha tenido en el vecindario.
A cada artista convocado se le asignó un muro para desplegar su obra: Jaz + Pastel, ambos argentinos, crearon Manada local; Mart Aire + Pol Corona, argentino y francés, sorprendieron con Bicicletas; Mina Hamada + Zosen, japonesa y español, presentaron Calle alegría; El Marian, argentino, intervino con Ojos que no ven corazón fuerte; Colectivo licuado + Alfalfa, los tres uruguayos, produjeron Sueño de soñadores; Charquipunk + La Robot de Madera, ambos chilenos, contaron una historia con Aprendiendo a volar, y Chu, argentino, improvisó en Articulación y límites.