Como muchas etiquetas nuevas que apuestan al concepto de moda sostenible o ropa ética, Carola Cornejo Sustentable es una marca de diseño de prendas 100 por ciento argentina, que nace de los valores éticos y sustentables y de la imaginación de su creadora.
“Siempre estuve rodeada de un ambiente de gran creatividad, pero soy abogada tributarista y ejercí durante 18 años. Mi madre es artista plástica y yo hacía danza, cerámica y fui su asistente en talleres de formación docente. Cuando terminé la escuela pensé en estudiar Diseño, pero no me animé”, recuerda la creadora de la etiqueta Carola Cornejo Sustentable. “Sin embargo, siempre tejía y hacía artesanías con descartes para mis hijos y sus maestras. Hasta que en un momento las empecé a vender. Hice el diseño de marca, comencé a trabajar con moldería y puse en práctica lo que se hacía en casa: reciclar, customizar y usar técnicas de upcycling que antes no se llamaban así. Yo ya venía con todo ese bagaje cultural y familiar que se trasmitía de una generación a la otra”, resume Cornejo.
La moda sostenible y ética se enfoca en el abastecimiento, la fabricación y el diseño de ropa que maximiza los beneficios para la industria de la moda y la sociedad en general, y al mismo tiempo minimiza su impacto en el medio ambiente.
Este enfoque reduce la cantidad de microfibras liberadas al medio ambiente, reduce los desechos tóxicos, apoya los derechos de los animales, la ropa es distinta y única, y reduce la presión sobre los recursos del planeta, ya que la ropa ecológica se fabrica mediante prácticas sostenibles (ver https://noticiaspositivas.org/vegan-expedition-moda-slow).
NOTICIAS POSITIVAS dialogó con la creadora de Carola Cornejo Sustentable, que contó cómo le imprimió a su marca valores éticos, artísticos y de sustentabilidad.
NOTICIAS POSITIVAS: -¿Cómo iniciaste la marca?
Carola Cornejo: -Comencé hace 10 años y hace cinco que me dedico exclusivamente a ella. Me relacioné con Fundación Mediapila que forma a mujeres en el oficio de la costura. También me relacioné con otra ONG como Cosiendo Redes, porque para mí el trabajo ético de la mujer tiene muchas aristas. Una mujer que es sostén de su hogar elige con quién vivir y con quién estar. Es una manera de catalizar la violencia doméstica, de género, la posibilidad de crear un nuevo paradigma dentro de la sociedad, porque los hijos ven a una mamá que puede trabajar, que es el sustento del hogar y puede estar con ellos.
-¿Cómo te arreglaste durante la cuarentena?
-Yo trabajo con personas muy diversas, en general mis costureras son mujeres de edad. Por eso desde que comenzó la pandemia les llevamos y traemos la ropa porque para ellas es difícil trasladarse. Al principio, durante la cuarentena, nos dedicamos a hacer barbijos, ya que trabajamos con cortes y descartes de fábricas de camisas, o que compro en retacerías de Once. Siempre tengo material y realicé mascarillas con cuatro capas de tela, con orejitas, etcétera, y tomé un empleado para traslado de esenciales, ya que hacíamos barbijos. Así empezaron a funcionar otra vez los talleres. Las redes visibilizaron nuestro trabajo, que incluso fue mostrado en la prensa.
-¿Y en cuanto a vestimenta?
-Contacté a mis proveedores y comencé a usar telas que la industria no utiliza, como un terciopelo elastizado con el que hice ropa para estar en casa pero linda, no la joguineta. La visión de los cambios de costumbres me ayudó a vender online, y el crecimiento me llevó a contratar a otro empleado. El equipo siguió creciendo. Eso me ganó el reconocimiento de ConnectAméricas, vinculada al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por la potenciación que le dimos al emprendimiento a través del comercio digital, fomentando el trabajo ético. Mi tarea exige mucho compromiso, detrás de una prenda hay una persona que trabaja, con una familia. Yo tengo que responder por ellos.
-¿Conocés a tus costureras?
-Te doy un ejemplo: trabajo con Estela hace siete años, ella vive en la Villa Cildáñez. Vamos hasta Lugano para acercarle los cortes y luego retirarlos una vez a la semana, junto con la paga. Ella está esperando eso. Como ella, hay muchas otras mujeres en situación vulnerable con las que mantenemos una relación laboral regular.
-Además tu ropa es vegana.
-Tenemos la certificación de PETA. No uso telas derivadas de animales, por ejemplo, seda ni cuero. Utiliza mucho la técnica del patchwork, con descartes muy pequeños en muchas prendas. Si vas sumando esos recortes son un montón de kilos que se hubieran descartado en rellenos, o tirado a los ríos. Las empresas que son tan chicas como la nuestra, piensan en el otro, en Estela, en Mónica, son todas personas con nombre y apellido. Cuando se va creciendo en la producción, la relación se deshumaniza. Pero en el común de la gente, el interés que se venía dando por la sustentabilidad, se aceleró durante la pandemia. Lo noto en mi público.
-Y la moda, ¿qué lugar ocupa en tu emprendimiento?
-Mi plan de marca es de 360°, es como una espiral que va creciendo. Cada una de las áreas está pensada estratégicamente para que sea realmente sustentable. Desde quiénes trabajan, cómo se gestionan los descartes, quiénes nos proveen, cómo se vende y qué diseñamos. Cuando pienso qué voy a diseñar siempre digo: que sea funcional, que sea atemporal, que sea versátil. Es decir, que sea cómodo, adaptable a distintas situaciones y cuerpos, que se adapte a otros productos nuestros o no, en distintos momentos. Yo diseño sobre esas pautas rectoras.
-¿Cuáles son tus límites?
-La materialidad. Mis materiales son descartes. También puedo comprar por metro en Once, pero tal vez no consigo colores. Estoy limitada para crear a los materiales que tengo. Es un desafío creativo. Pero también me sorprende, cae una tela sobre otra y descubro una nueva paleta de color.
Y también la fusión de texturas te ayuda a crear nuevos textiles. Si uso patchwork, veo si lo hago vertical o en cuadrados, me da la posibilidad de crear “géneros nuevos”.
-Pero, ¿mirás la moda?
-Ahora están de moda los 80, cuando Madonna usaba mucho encaje, con una onda un poco grunge, algo bohemia. También hay otra línea de los 70, entonces tomo el flower power, la onda hippie chic porque mi estilo es bohemio, es lo que me surge. Puedo hacer un pantalón negro elastizado que podés usar de pijama, con una chaqueta por la noche, y como trabajo con una talla propia se adapta a curvas reales.
Y también les permito customizar a mis clientas, ese mimo es muy valorado porque les ofrece otro poder. Se crea un vínculo muy fuerte. Te eligen y te recomiendan.
-Mencionaste la técnica del collage textil. ¿Podrías describirla?
-El collage textil me permite usar pedazos más chiquitos y superponerlos. En el patchwork por ejemplo, corto triángulos o rectángulos, piezas una al lado de la otra. En el collage (como hacíamos en el colegio), vamos armando composiciones que ya no arman un género en sí, sino algo nuevo. Por ejemplo, sobre una hoja de gasa aplico encaje, perlas, todo lo que voy encontrando.
Las puntillas y los encajes también puedo teñirlas con té u otras hierbas naturales.
-¿Tenés una línea de novias?
-Sí, de econovias, que permite que el traje de boda se recicle. Tengo algunos vestidos y prendas seleccionadas que se pueden alquilar. Tal vez para una boda o un cumpleaños de 15 podés hacerte un bustier, pero la falda de tul la alquilás. Eso tiene que ver con la economía circular: que algo no esté colgado, que siga generando ingresos y a la vez que se cuide la economía de la gente.
También brindo el servicio de transformar las prendas para quienes cambiaron su cuerpo, por ejemplo, tengo clientas que se hicieron el botón gástrico y hay que achicar la ropa, o al revés para aquellas que subieron de peso. Lo que hoy llaman slow fashion es hacer las cosas con amor y con el tiempo que eso requiere. En contraposición con la fast fashion: uso la ropa y la tiro.
Pero la mirada del consumidor ha cambiado muchísimo e implica el compromiso de las marcas. Los más jóvenes captan en seguida el green washing. Y hay una mirada holística. Mi showroom lo construí con materiales reciclados, respeté los árboles que existían y muestro como se transformó el espacio. Hay un ginkgo biloba añejo y otros árboles. También, un jardín de aromáticas y cada tanto hago bolsitas aromáticas para usar en casa. Integramos la diversidad en todas las áreas del ser humano.
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