Este año es Beirut; el año que viene será Liubliana, en Eslovenia. Pero en 2011 le va a tocar a Buenos Aires ser Capital Mundial del Libro. Y esta designación es, por supuesto, motivo de orgullo para los porteños, pero también para todos los argentinos.
Es interesante observar quiénes integraron el jurado y las razones de su decisión. La Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y las tres principales entidades del sector del libro (Unión Internacional de Editores, Federación Internacional de Libreros y Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas), son quienes designan a una ciudad para que desempeñe la función de Capital Mundial entre las dos celebraciones sucesivas del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, el 23 de abril.
Buenos Aires, fue elegida por “la calidad y la variedad del programa propuesto y por la estrategia general que éste implica”. Le ganó así a Caracas, La Habana, Lagos (Nigeria), Teherán, Porto Novo (Benin) y Sharjah (Emiratos Arabes). ¿Cómo? Con propuestas tan interesantes como el compromiso de inaugurar una biblioteca infantil y juvenil, la creación de una biblioteca pública multilingüe, la realización de una colección de 100 clásicos universales en formato de audiolibro, además de un festival de literatura fantástica, una publicación de poetas jóvenes y una semana de librería en los barrios, entre otras iniciativas.
Hubo un argumento del gobierno porteño decisivo: “Dicen que en Buenos Aires no hay que salir a buscar a los libros, porque los libros lo encuentran a uno”. Esta elección significa concretamente que, durante un año, toda la producción literaria y de publicaciones de la ciudad se desplegará ante el mundo, se multiplicarán las actividades vinculadas con los libros y la lectura, y se estrecharán vínculos con editores de distintos país, que abrirán la puerta a nuevos negocios.
La nominación es un merecido reconocimiento a una ciudad caracterizada por su amor a los libros. Como se dijo en el comunicado de la Secretaría de Cultura donde se informaba de la novedad: “Para nuestros escritores, nuestros libreros, nuestros editores, nuestros traductores literarios, nuestros educadores y para quienes trabajan desde el amor a la palabra”.
Deberíamos agregar a esta lista a los lectores. Somos los lectores argentinos los que, con nuestra dedicación, también hemos contribuido a obtener este galardón. Una distinción que no está limitada, sin embargo, a Buenos Aires, porque la atención internacional, durante un año, estará puesta en absolutamente toda la producción literaria y cultural de la Argentina que llega a la ciudad, esa gran vidriera. Nos vendrá bien entonces para recordar que la cultura, tan olvidada a veces, sigue siendo una de nuestras más probadas y aprobadas cartas de presentación en el mundo.